Opinion | 11 Jul Otro edificio emblemático de Paysandú muy probablemente termine siendo rematado, lo que implica que también muy probablemente pierda su estructura original y se convierta en la base de un nuevo edificio de apartamentos, de una entidad bancaria o de una galería comercial. En concreto, la comunidad podría perder el edificio del Club Paysandú, que debido a una decisión judicial basada en un reclamo salarial, determinaría su remate.
El Club Paysandú, señera institución de nuestro medio, ha sido testigo y protagonista de la historia sanducera, desde aquellos años en que era un club para elegidos hasta el presente en que es parte de toda la sociedad.
No se pone en duda la justicia del reclamo ni tampoco el dictamen judicial. No se trata de eso, sino de que Paysandú no puede continuar perdiendo su patrimonio. En buena parte del mundo se cuidan los edificios antiguos valiosos, se los protege, se los reserva para el uso y goce de las generaciones venideras. No podemos menos que hacer lo mismo aquí, especialmente porque nuestra historia es pequeña, porque somos en verdad jóvenes en términos de edad de la Humanidad.
La realidad no puede dejarnos indiferentes. No es que le toca al vecino porque el edificio es de los socios del Club Paysandú. Es patrimonio sanducero, y de hecho estuvo considerado como tal en el Plan Estratégico que comenzó a diseñarse en 1992, bajo la Intendencia de Jorge Larrañaga.
De acuerdo a las actuaciones judiciales, la deuda es de unos 40.000 dólares, un valor ínfimo comparado con el valor de mercado del edificio o su terreno. En consecuencia, perder un trozo de la ciudad, del paisaje urbano, por esa cantidad de dinero parece incomprensible. La Intendencia, el Centro Comercial, las instituciones de servicio, deben responder aun sin convocatoria, en la medida que se trata de rescatar parte de nuestro patrimonio.
No se trata de donar dinero, sino de invertirlo en el valor arquitectónico e histórico de nuestra comunidad, que no puede ni debe abandonarlo a su suerte, como ha ocurrido con otros trozos de nuestra historia hoy perdidos.
Aún hay tiempo para establecer una estrategia de rescate del edificio del Club Paysandú, pagando obviamente a la parte demandante, y estableciendo criterios de administración compartida, que permitan recuperar a largo plazo el dinero.