Paysandú, Martes 17 de Julio de 2012
Opinion | 14 Jul No hay peor cuña que la del mismo palo, sostiene el refrán, y seguramente esta reflexión viene como anillo al dedo para la situación que se plantea al presidente boliviano Evo Morales, cuando indígenas de la Amazonia marcharon a La Paz en rechazo a la construcción de una ruta que atraviesa una reserva ecológica donde viven, y han debido abandonar su protesta sin lograr que el gobierno los escuche, en tanto advirtieron que seguirán la resistencia en sus poblados.
El líder del sindicato de la Confederación Indígena de Pueblos del Oriente Boliviano (Cidob), Adolfo Chávez, declaró a la Agencia AFP que “nos vamos con la frente en alto, con humildad, volvemos a la selva donde será el lugar de la resistencia a un gobierno que se dice indígena y que no nos ha escuchado”, abiertamente molesto con el gobierno de Morales.
Precisamente el razonamiento del dirigente gremial se centra en recordar lo que dijo e hizo Evo Morales cuando era opositor, que defendía a capa y espada --por intereses políticos--, toda demanda, por incongruente que fuera, de las poblaciones indígenas, lo que le permitió ir formando la masa crítica para llegar al poder.
Ocurre que en el gobierno, del otro lado del mostrador, lo que antes eran tan sencillo de reivindicar y reclamar insistentemente, resulta harto difícil de conciliar con el interés general, con los intereses del país, porque ahí llega la hora de apelar al sentido común, y es en este como en muchos casos cuando el país no puede ser rehén de minorías, del tipo que sean, que ponen lo suyo por encima de toda prioridad.
En este caso Morales, como jefe de Estado, debió analizar la ecuación costo-beneficio por sobre las palabras lindas, de los discursos de barricadas, de la defensa del ser indígena en que tantas veces se embarcó, para analizar que el reclamo va contra el interés de Bolivia, porque hacer lugar a este pedido significaría dejar de lado emprendimientos de desarrollo, en esta instancia una carretera de 300 kilómetros que es considerada una conexión vital de infraestructura para la producción.
Una vez más ha quedado demostrado, además, el doble discurso de líderes populistas que llegados al gobierno hacen exactamente lo contrario de lo que prometieron.
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