Opinion | 13 Jul El artículo 7 de la Rendición de Cuentas ha dejado perplejos a experimentados políticos y asesores. En él, el gobierno expone su idea de pagarle mayores salarios a los empleados cuyas especialidades escasean, lo que a primera vista no parece nada mal, en la medida que es un esfuerzo por contar con profesionales o trabajadores especializados que de otra manera estarían eligiendo la empresa privada. Con esto dejan a los organismos y a las empresas estatales sin personal en esas áreas. A modo de ejemplo, la Fuerza Aérea Uruguaya ha expresado en reiteradas oportunidades que el país --a costo de todos-- forma pilotos que luego rápidamente son absorbidos por empresas privadas que nada gastaron en su capacitación.
Ahora, los problemas empiezan cuando se lee el referido artículo, cuya redacción es compleja y extraña: “La remuneración del funcionario en relación al puesto de trabajo en el organismo, se integrará por la retribución referida al cargo, por un componente ocupacional o de función de conducción relacionado con la responsabilidad y especialidad, y un componente de criticidad de carácter variable y coyuntural referido al valor estratégico, escasez y dedicación exclusiva”. Demasiadas palabras carentes de sentido práctico y demasiadas palabras que pueden ser interpretadas de acuerdo a la situación dada.
Para empezar por algún lugar, rompe con el criterio de “a igual cargo igual remuneración”. No parece malo a priori --más allá que es el propio gobierno que ha sido abanderado de este eslogan el que cambia la pisada--, porque en realidad no importa el cargo tanto como el desempeño en el cargo. Y en consecuencia quien hace el horario “por cumplir” no debería cobrar lo mismo que aquel que se esfuerza en cumplir con el trabajo asignado.
No obstante, el artículo 7 en concreto se refiere a aquellas especializaciones que resultan difíciles de conseguir en el mercado laboral, con especial énfasis en las nuevas tecnologías. De nuevo, no parece mal que se pague más por aquellos profesionales que son al mismo tiempo tentados por el mercado laboral privado.
Pero hay que hilar fino. Una cosa es pagarle más a especialistas difíciles de contratar y otra es darle un sueldo presupuestado más alto. Porque lo que hoy escasea mañana abunda. Por tanto, la mayor remuneración debe ir por la vía de premios y retribuciones especiales, que puedan quitarse cuando esa falencia laboral no exista.