Paysandú, Domingo 22 de Julio de 2012
Opinion | 21 Jul Actualmente la empresa Funsa, reflotada durante la Administración Batlle, cuenta con solo el diez por ciento de la plantilla que revestía en el momento de su reinauguración, al haber perdido 270 puestos de trabajo de los 300 con que contaba cuando resurgió como cooperativa.
La situación del emprendimiento está muy comprometida, por cierto, si se tiene en cuenta que mantiene una deuda importante con el Banco de la República (BROU) y que a la vez tiene pendiente la aprobación de un crédito del Fondo de Desarrollo (Fondes) de tres millones y medio de dólares, para continuar en operación, según da cuenta El País.
El Fondo de Desarrollo (creado por el gobierno con las ganancias del BROU para apoyar a las empresas recuperadas), otorgará a Funsa un crédito de U$S 3,5 millones, luego que en noviembre de 2008 Funsa tuvo que enviar al seguro de paro a 250 de los 280 trabajadores que tenía, debido a la caída de los negocios con Brasil.
En aquel momento su giro principal era la exportación de neumáticos, pero en la actualidad la principal salida comercial de la empresa es la exportación de guantes de goma a Venezuela, lo que no justificaría mantener la estructura de esta empresa.
La ex Fábrica Uruguaya de Neumáticos S.A. constituyó en su inicio un delirio de los gobiernos del Uruguay de posguerra, insertada en una visión ultra proteccionista, que determinó que se crearan empresas al amparo de los subsidios del Estado y el cierre de fronteras para el ingreso de mercaderías competitivas, que así se podían fabricar para un mercado interno rehén.
Ello fomentó que Funsa fabricara productos de mala calidad, y fue perdiendo mercado a medida que Uruguay se abría al mundo, hasta llegar a la situación de inviabilidad, al cierre y la decisión posterior de reflotarla para hacer frente al desempleo de sus ex funcionarios.
El problema es que la “nueva” fábrica no es más que el mismo perro pero con distinto bozal, porque el único cambio está en que los “dueños” son ahora los ex trabajadores. Sigue siendo inviable, porque sus productos no son competitivos ni en Uruguay ni fuera de fronteras.
Ahora quedó claro que no se trata de cooperativismo versus capitales privados, ni obreros contra capitalistas, sino de eficiencia y competitividad. Algo que no se soluciona inyectando --una vez más-- 3,5 millones de dólares para mantener artificialmente la fuente de trabajo a 30 personas, que representan un diez por ciento de los empleados originales de la empresa.
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