Opinion | 25 Jul Mientras ha comenzado a pagarse el Presupuesto Participativo 2011 (PP, que se ejecuta este año) ha comenzado ya el proceso del PP 2012 cuyos proyectos se concretarán el año que viene.
El PP es ciertamente una valiosa herramienta de descentralización y participación, en la medida que permite que el vecino acceda a concretar sus ideas e iniciativas si a través del voto democrático obtiene el apoyo de otros vecinos. En Paysandú, en la ciudad el sistema es ese. Los proyectos se presentan y compiten con otros. En el interior del departamento, en tanto, se apoya más en la concertación, priorizando por este mecanismo las iniciativas más atractivas o las más urgentes.
El PP que se aplica en Uruguay es ciertamente imperfecto, en la medida que por un lado apenas se pone a disposición el 2% del Presupuesto Quinquenal (en el caso de Paysandú concretamente) y por otro son los vecinos los que presentan proyectos, pero en cambio no tienen injerencia en la toma de decisiones sobre las necesidades de una comunidad, logrando decisiones compartidas.
Y sin embargo, ese es el estilo de PP que tiene más éxito y que se aplica en otros países, porque si la comunidad se involucra, si conoce los costos de las obras, y de dónde salen los recursos, tomará conciencia y comprenderá rápidamente que pagando sus impuestos contribuye para la ejecución de determinada obra.
Cuando eso no ocurre, como en Uruguay, se termina recogiendo proyectos que revelan claramente que la comunidad se adormece esperando el próximo PP, para concretar iniciativas de escasa enjundia y que muy poco repercutirán en la propia comunidad.
No tiene sentido usar el PP para el cerramiento de un salón de barrio, institucional o de Mevir. No es necesario el PP para eso. Con que la comunidad se reúna y trabaje mancomunadamente eso se logra. Tampoco tiene sentido hacer un proyecto para comprar una computadora. Cualquier beneficio puede concretar esa adquisición
Estos proyectos impiden que otros más importantes, innovadores o complejos puedan abrirse camino. El PP no puede ser un reparto de dinero para que los vecinos concreten pequeñas iniciativas, sino una real herramienta de coparticipación en el gobierno.