Opinion | 30 Jul En la tarde de ayer, un grupo de jóvenes se reunió voluntariamente en las cercanías del complejo deportivo Irene Sosa para realizar la limpieza de un basural endémico. Dedicaron algunas horas al servicio comunitario, se sintieron plenos y fueron útiles a su comunidad.
Los jóvenes se autoconvocaron a través de una red social, mientras intercambiaban opiniones sobre el estado de la ciudad y sobre lo que podían hacer desde su lugar para mejorarla. De manera espontánea, desde el voluntariado no solamente se preguntaron qué hacer sino que lo hicieron.
Puede parecer una tarea simple pero sin duda la actitud de estos jóvenes resultó estimulante y no solo para ellos; especialmente para la comunidad. Fueron más allá de las preguntas y pasaron a la acción. Se motivaron ante una realidad que no les satisfacía y pusieron de su tiempo y esfuerzo para transformarla.
Las prácticas voluntarias están bastante extendidas en Uruguay y han crecido notoriamente en la última década. En rigor, el 19,9% de la población uruguaya realiza actividades voluntarias, mientras que más de un 43% de la población lo ha hecho en algún momento de su vida.
El crecimiento del voluntariado puede deberse a distintos factores, que en distinta medida contribuyen al logro de este cambio en la última década. La crisis económica que favorece la búsqueda de opciones, la mayor difusión de información sobre el voluntariado y un crecimiento de las oportunidades donde realizarlo de forma organizada pueden mencionarse como potenciales factores.
En Uruguay en el año 2005 se sancionó la ley 17.885 que reconoce, define, regula, promueve y facilita la participación de los particulares en acciones de voluntariado en instituciones públicas.
En el año 2010, con el objetivo de cubrir el vacío legal existente en lo que respectaba a la legislación del voluntariado en el ámbito privado, se elaboró un proyecto de ley que tenía como énfasis la promoción de voluntariado tanto en el ámbito público como el privado. El 14 de diciembre de 2011 la Cámara de Diputados de Uruguay aprobó un proyecto de ley de voluntariado social, que espera ser tratado en la Cámara de Senadores.
Pero no es necesario esperar por la ley para trabajar en beneficio de la comunidad. Tal y como lo demostraron estos jóvenes. Su actitud marca el camino. No se trata de criticar sin hacer nada; lo que importa es poner manos a la obra. Este es un ejemplo a seguir. Es el camino. Solo hay que transitarlo.