Opinion | 31 Jul En su última audición radial, el presidente José Mujica formuló un análisis del escenario nacional, regional e internacional por el que intentó ubicar la realidad uruguaya en cuanto a los desafíos que se nos plantean ante una incertidumbre que se “retoca” todos los días, pero pese a la cual hay grupos de presión internos que siguen reclamando más para sí.
El jefe de Estado considera que la crisis europea ya impacta en nuestro medio respecto a lo que se exporta al viejo continente, a la vez de evaluar que esta caída ha sido parcialmente compensada por el intercambio regional y con otros países de nuestro continente y de otras partes del mundo. También ubicó como nuestro principal cliente a China y aseguró que el comercio con Brasil creció un ocho por ciento frente a una caída del intercambio con Argentina y Paraguay.
En su análisis Mujica destacó también que se le vendió a Chile, Estados Unidos y otros países en una alentadora diversificación, lo que ha permitido que Uruguay viva “una situación excepcional”, aunque ello no obsta para que se apele a la prudencia ante los impactos que puedan llegar al país.
Por supuesto, las reflexiones del mandatario no fueron mencionadas solo al pasar, sino que esta convocatoria a ser prudentes fue un tiro por elevación a los grupos que siguen reclamando aumento tras aumento, y señaló que hay reclamos en estos tiempos de rendición de cuentas “justos” y otros “no tanto”. Al respecto el gobierno ha priorizado en el gasto la ayuda a los más necesitados, a través de programas del Ministerio de Desarrollo Social, tarjeta y descuento del IVA, en tanto criticó la postura, sin nombrarlos, de los funcionarios públicos que han ingresado en una serie de paros y movilizaciones para presionar por sus reclamos.
Pero más allá de los aspectos puntuales, es evidente que los serios problemas estructurales del Uruguay son el ancla que seguimos arrastrando, porque tenemos pendiente la reforma del Estado mencionada ya desde la Administración Vázquez, pero sin concreciones hasta el presente.
En buena medida lo reconoce Mujica cuando en su audición radial expresa que “el hecho de asegurar un margen importante de inversiones, que movilice la economía que enfrente los eventuales coletazos de caída de la demanda exterior en un mundo con incertidumbre, choca con la ancestral pesadez de los mecanismos del Estado uruguayo”.
Sostuvo además que en otras épocas el Estado generó un papel amortiguador, pero aclaró que este papel se agotó “y el resultado es una cultura demasiado generalizada que desemboca en esa pesadez para cualquier decisión que tiene el Estado, que no es propia de los tiempos modernos”.
Pero no solo es un problema la “pesadez” –sinónimo de burocracia en este sentido--, sino también el costo del Estado, que ahorca toda iniciativa privada a través de impuestos y tasas para soportar todo ese andamiaje mayormente improductivo.
Por lo tanto, lo que corresponde esperar y reclamar a un gobierno --y sobre todo a un presidente que está ante un escenario archiconocido--, es no solo mencionar los problemas, sino plantearlos y promover las respuestas para ir resolviéndolos, ya que quedó claro que la “madre de todas las reformas” del Estado --como había prometido Tabaré Vázquez-- no se va a realizar.
Lo que lo que ha quedado plenamente de manifiesto desde 2005 a la fecha es que el partido de gobierno tiene en lo interno demasiadas posiciones contrapuestas respecto a qué y cómo cambiar en el Estado, porque se cuenta con sectores que apuntan a dejar todo como está e incluso promover una mayor participación del Estado, como el Partido Comunista, mientras hay otros grupos que entienden que debe buscarse la modernización del Estado para hacerlo más ágil y eficiente, hacer que pese lo menos posible sobre los sectores reales de la economía, y a la vez promover asociaciones, concesiones y privatizaciones, llegado el caso.
Pero sin acuerdos en la interna del gobierno, será imposible dar algún paso en la dirección correcta, y seguiremos así eternamente enumerando los problemas, como hace el presidente, pero sin ponerle el cascabel al gato y al fin de cuentas solo actuando pour la galerie.