Opinion | 05 Ago El número de fumadores sigue bajando en Uruguay: hoy fuma el 20% de las personas mayores de 16 años, un tercio menos que tres años atrás, en agosto de 2009, según un estudio realizado por el Ministerio de Salud Pública.
De acuerdo al mismo, una proporción más alta (28%), fumó y dejó. La mayoría de los que dejaron lo hicieron hace más de 5 años, pero el 7% dejó en estos últimos años. Cabe señalar que hace tres años, en agosto de 2009, fumaba el 30% y el 24% había dejado.
El estudio mostró también que los hombres fuman más que las mujeres (como siempre ocurrió) y además fuman más los más jóvenes. Esto no era así en 2009, cuando la proporción se mantenía entre jóvenes y adultos y disminuía recién entre los mayores de 45.
Esta situación estaría indicando que las medidas antitabaco han sido más exitosas entre los adultos jóvenes que entre los jóvenes propiamente dichos, aunque el consumo se ha reducido en todos los grupos. En concreto, mientras el hábito de fumar bajó de un 36% a un 21% entre los adultos jóvenes, sólo se redujo de un 36% a un 31% entre los jóvenes, lo que representa un desafío a atender.
El estudio también indica que las políticas antitabaco impulsadas por el gobierno son muy bien evaluadas por la mayoría de los uruguayos (87%), incluso con una opinión favorable de casi tres de cada cuatro fumadores.
Seguramente, este último aspecto ha sido fundamental para la disminución del tabaquismo, una adicción que enferma y hasta puede provocar la muerte de las personas.
Sin duda que existen muchos ejemplos de leyes y normas que son más o menos cumplidas o incumplidas ampliamente. Sólo por citar una bastante notoria, mencionamos un aspecto de la Ley Nacional de Tránsito como es la obligación del uso del casco por parte de motociclistas.
Hay normas que son más fácilmente controlables y sancionables que otras. Y la prohibición de fumar en lugares cerrados públicos y privados de uso público encontró desde el principio algunas escasas resistencias y una amplia mayoría aprobatoria.
Ese respaldo social es sin duda el motivo fundamental del éxito de la política antitabaco, que le ha permitido a nuestro país no sólo destacarse en el contexto internacional sino poder comenzar a impactar positivamente en la salud de la población.
A su vez, esto significa no sólo que el sistema sanitario se libere de ciertos gastos que se generaban para atender a personas enfermas por el hábito de fumar, sino --lo que es más importante-- contribuir a mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos.