Paysandú, Jueves 09 de Agosto de 2012
Opinion | 09 Ago El Ministerio de Educación y Cultura entregó el “Sello de Responsabilidad Cultural” a las primeras empresas que aportaron a los Fondos de Incentivo Cultural, una herramienta de captación de recursos económicos que otorga beneficios fiscales a empresas o personas físicas que apoyen proyectos culturales relacionados a las artes, patrimonio y tradiciones culturales en todo el país.
Desde su instrumentación, en 2009, los Fondos de Incentivo Cultural (FI), un proyecto dependiente de la Dirección Nacional de Cultura, se ha transformado en una eficiente herramienta de interacción entre artistas y contribuyentes, permitiendo el desarrollo de más de 380 iniciativas artísticas culturales en todo el país.
Recientemente el ministro Ricardo Erlich destacó la “rapidez” con la que se puede concretar este tipo de iniciativas y “establecer nuevos vínculos” con los diferentes actores para promover la cultura, además de reconocer la cantidad, calidad y diversidad de las propuestas concretadas mediante este mecanismo.
Estas apreciaciones, totalmente válidas y necesarias, no obstante, no son las únicas que pueden hacerse. En este sentido, una de las dimensiones más ricas de los Fondos de Incentivo Cultural es el de situar a las empresas y a los artistas como actores culturales activos.
En este marco, el sector artístico cultural se vuelve el natural y principal promotor del sistema a través de su presentación de proyectos ante las empresas, informando acerca de los objetivos y beneficios fiscales que otorga la ley a los contribuyentes, favoreciendo la consolidación del vínculo entre sectores, así como el fortalecimiento del programa y su continuidad.
Los contribuyentes a los Fondos de Incentivo Cultural pueden canjear parte de sus aportes por certificados de crédito de la Dirección General Impositiva, lo que de alguna manera significa elegir el destino de parte de sus impuestos a pagar apoyando a proyectos culturales de calidad.
En el caso de los artistas, significa no sólo una posibilidad concreta para realizar sus proyectos sino también promover la inclusión social.
En definitiva, se trata de un círculo virtuoso que significa una nueva oportunidad para hacer y crecer. Por otra parte, se trata de uno de los casos en que sería muy bueno que el reconocimiento a las empresas participantes deje ser noticia sino un hecho cada vez más habitual y cotidiano.
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