Paysandú, Viernes 10 de Agosto de 2012
Opinion | 04 Ago Recientemente el secretario de la Presidencia de la República, Dr. Alberto Breccia, no disimuló su tono de reproche hacia la sociedad, a la que responsabilizó del fracaso del Plan Juntos, para construcción de viviendas de interés social, que apunta a lograr recursos a través de donaciones de empresas, trabajadores, pasivos y otros actores de la sociedad.
Hablando en comisión de la Cámara de Diputados, el jerarca se quejó de la falta de solidaridad de los uruguayos, por cuanto solo se ha recaudado el 20 por ciento de lo esperado, para un plan que se iba a basar en el voluntariado y las donaciones.
Ante esta falta de recursos, el gobierno anunció que destinará por Rendición de Cuentas una partida presupuestal de unos cien millones de pesos, de forma de poner en marcha el plan. “Nosotros teníamos la expectativa de que las fuerzas solidarias de la sociedad se iban a expresar con mayor rapidez. Obviamente esto también es un tema de valores que debemos considerar”, sostuvo el secretario de la Presidencia.
Realmente cuesta creer que haya en el gobierno quienes estén tan disociados de la realidad que vive el país, y crean que se trata de un tema de solidaridad. Para empezar, los programas de vivienda deben tener un esquema orgánico, para lo que precisamente se cuenta con un ministerio específico, que es el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, al que precisamente se destinan recursos presupuestales para encarar los respectivos programas de vivienda, con y sin subsidio, y para lo que cuenta asimismo con los recursos técnicos correspondientes.
Pretender hacerlo por el costado, mediante la administración de recursos materiales y humanos en base a donaciones y voluntarios, al estilo de lo que se pretendía hacer en la Argentina de Perón, sin rendir cuentas a los organismos de control correspondientes, parece precisamente más un “curro” que un intento serio, aunque no sea esa la intención.
Pero además, cuando se habla de solidaridad, los jerarcas que así se expresan parecen estar viviendo en otro mundo. ¿Acaso no se dan cuenta del volumen de dinero que gasta el Estado en asistencia social, viviendas, salud, educación, entre un sinfín de etcéteras? ¿De dónde creen que sale todo eso? La ciudadanía ya “donó” miles de millones de dólares cada año, a través de una carga impositiva del 38% que se lleva el sueldo de cuatro meses de los trabajadores y buena parte de las ganancias de las empresas privadas.
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