Paysandú, Lunes 13 de Agosto de 2012

Proteccionistas y riesgosos

Opinion | 10 Ago A partir de la crisis de 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y se produjo el efecto contagio hacia Europa --que todavía tiene a la crisis en pleno proceso--, se ha generado un reordenamiento del intercambio comercial y las redes financieras. Esto es así debido a que la crisis norteamericana puso de relieve que en Europa también se ha vivido por encima de las posibilidades en una calesita artificial de recursos que no se tenían, para sostener tren de vida.
Es decir que en prácticamente todas las latitudes se ha ingresado en un proceso de cambios a partir de la nueva realidad, que necesita de reacomodamientos y que entre otros aspectos pasa por reducir los déficit fiscales y las deuda --cuyos extremos podemos ver en países como Grecia, España, Italia, Irlanda, entre otros--, para sanear y aggiornar las economías.
Pero hay coyunturas y coyunturas, y mientras Europa ha ingresado en la crisis de desenlace todavía imprevisible, nos encontramos con que siguen en muy buen nivel los precios de los commodities. Gracias a los valores récord históricos que alcanzan éstos actualmente la región aún goza de momentos de prosperidad en estos tiempos turbulentos.
En este contexto, una de las respuestas de defensa automática en países en situaciones problemáticas es la adopción de medidas proteccionistas, ante el síndrome del sálvese quien pueda, que es precisamente la opción que está en las antípodas de lo que se necesita en estos trances difíciles, precisamente.
Y ante la crisis del mundo desarrollado y el temor del contagio, también los países emergentes han respondido con medidas proteccionistas, y tenemos así que en el ranking de las economías que más se esforzaron en blindar su producción con artificios regulatorios para reducir el comercio entrante, Argentina lidera a nivel mundial, nada menos.
Según la última medición del Global Trade Alert (GTA), un centro de investigación económica financiado por el Banco Mundial, que efectúa un monitoreo permanente de las condiciones del comercio internacional, el gobierno argentino ha implementado ya un total de cuarenta medidas de protección comercial en el último año, el mayor registro en todo el mundo.
En el segundo y tercer puesto de estas medidas figuran respectivamente China y Rusia, dos de los principales clientes de nuestros productos junto con Argentina, solo que en el caso de nuestros vecinos las consecuencias de las medidas ha sido una drástica caída de las exportaciones hacia ese mercado, en tanto en las otras dos naciones la situación ha sido inversa, pese a las restricciones parciales.
Además del crónico déficit en el intercambio comercial de nuestro país con la Argentina, en los primeros siete meses del año nuestras colocaciones en la vecina orilla cayeron prácticamente un diez por ciento, como consecuencia directa de estas limitaciones.
Las acciones proteccionistas están en la vereda opuesta de la apertura comercial, y si bien la crisis ha exacerbado este tipo de prácticas negativas, en el caso de la Argentina ello no solo es consecuencia de la coyuntura internacional sino de sus serios problemas estructurales, que han llevado a un proteccionismo in extremis para tratar de mantener los subsidios internos que distorsionan absolutamente todo el esquema socioeconómico.
No puede extrañar por lo tanto que se apliquen restricciones a la salida de dólares, porque Argentina no tiene créditos internacionales debido al default; porque su riesgo país multiplica por diez al de Uruguay; porque no hay inversiones en energía pese a contar con grandes reservas naturales; porque confiscó YPF Repsol a los españoles para tratar de mantener el esquema y se encuentra con que no hay quien invierta en la empresa, a la que además se le fijaron precios deprimidos y no se estimuló la inversión mientras estuvo en manos de los capitales españoles, solo por citar algunos factores. El gobierno argentino además se apropió de los ahorros previsionales de los pasivos, como así también ha aumentado y magnificado los impuestos al agro. Pero no se puede hacer la bicicleta toda la vida y más temprano que tarde los subsidios no encontrarán fuente de financiamiento y se deberá desmontar, de una sola vez o gradualmente –si es posible— el esquema irracional de costos disfrazados, para lo que no habrá ya medida proteccionista que alcance para atenuar el trauma, y en este caso sí el efecto de arrastre pueda ser muy complicado no solo para la Argentina, sino también para la región y fundamentalmente para Uruguay.


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