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Paysandú, Martes 14 de Agosto de 2012

Visita Paysandú una pareja suiza que viaja por el mundo sin apuro

Locales | 08 Ago Chaschper Kron (33 años) y Dominique Baumann (29) se conocieron el 1º de abril de 2006. Cinco años después, el 1º de abril de 2011 partieron en un velero de 36 pies desde Amsterdam. El jueves 2 llegaron a la bahía del Yacht Club Paysandú, tras recorrer 8.200 millas náuticas (15.557 kilómetros).
Son suizos, vendieron todas sus pertenencias, llenaron su auto de ropa y otros elementos que necesitarían en el viaje y viajaron a Amsterdam, donde en 2010 habían comprado el velero. Lo alistaron para la travesía, regalaron el vehículo a los Bomberos y se hicieron a la mar, con el único objetivo de dar la vuelta al mundo. Bordearon la costa europea pasando por puertos holandeses, franceses, españoles, portugueses, de las Islas Canarias y la República de Cabo Verde. Desde allí cruzaron el océano Atlántico en 21 días donde todo lo que veían era agua, delfines, ballenas y barcos. Llegaron así a Rio de Janeiro, siguiendo al sur, ingresando a territorio uruguayo por La Paloma y siguiendo hasta el Uruguay, por el cual se hicieron aguas adentro hasta llegar a Paysandú.
Pretenden quedarse en lo que queda del invierno en esta zona para con la primavera iniciar el viaje al sur, hasta Ushuaia para pasar a aguas del océano Pacífico por el canal de Beagle y ascender por Chile. No saben cuánto tiempo les llevará este viaje y tampoco ese es un tema que los preocupe. Tienen una propuesta para llegar a Nueva Zelanda en 2016 para construir una casa. Y sólo saben: “Algún día queremos volver a Suiza”.
Conocer el mundo
Al saludar, el hombre dice amablemente “Casper”. “¿Casper?” es la sorpresa hecha pregunta. “Sí, como el fantasma”, dice aludiendo a la serie de dibujos animados de Famous Studios o a la película de Brad Silberling. O a ambas.
Casper era carpintero en Suiza y Dominique trabajaba en la impresión y colocación de cartelería promocional. Él también toca el contrabajo. En la cubierta del yate klepper “Natie”, de dos velas y un motor de 36 HP como apoyo, la pareja suiza cuenta algunas de sus experiencias. “Queremos conocer el mundo y nos encanta hacerlo en un velero. Es una gran experiencia, es ver el mundo desde un sitio diferente”, cuentan entusiasmados.
“Al comienzo no fue sencillo, teníamos muy poca experiencia en navegación, pero no hemos tenido grandes contratiempos ni hemos pasado fuertes tormentas. Todo ha sido tranquilo”, dicen. La Navidad y el Año Nuevo lo pasaron en la soledad del Atlántico. “Fue la única vez que pescamos dos ‘dorados’ así”, recuerda Dominique mientras con sus manos extendidas da a entender que eran piezas de entre 80 centímetros y un metro.
“En realidad no planificamos el itinerario. Solamente una vez, en el auto, abrimos una agenda que tenía un mapa y planeamos algo muy básico. Pero muchos lugares que recorrimos no sabíamos de ellos. No sabíamos de Uruguay, excepto por el Campeonato del Mundo. Y menos de Paysandú, pero nos gusta mucho. Nos gustan las ciudades pequeñas”, explican. Aquí, una de las sorpresas fue “ver tantos autos viejos. Allá eso no se ve. Nos gustó ver esos autos grandes”.
“Viajar en un velero a veces es más lento que caminando. Se va rápido cuando se va a velocidad de ciclista. Uno se acostumbra a esa velocidad y nos encanta. En Rio subimos a un ómnibus para un paseo y su velocidad nos pareció demasiado rápido. El paisaje pasaba demasiado rápido”, aseguraron.
Quieren llegar tan al norte como puedan por el río Uruguay, quizás hasta la Meseta de Artigas. Y luego volver por la costa argentina. Curiosamente, tienen todo el tiempo del mundo para conocerlo. Nada material los espera en Suiza, “apenas unas cajas en el ático de mi madre”, dice Casper. Y nada material añoran. “No usamos teléfono celular; me llevó cuatro semanas perder la costumbre de usarlo”, agrega.
Es que en realidad, en ese yate está la mejor parte de su vida, en el ancho mar como en el río Uruguay. En sus ojos graban los paisajes y en sus memorias cada emoción, cada aroma, cada destello de Sol. Van por el mundo solos y felices. El ser humano no necesita demasiadas cosas para ser feliz. El horizonte que siempre está un poco más allá, un velero, un hombre y una mujer. Más que suficiente. Eso es lo que tienen Casper y Dominique. La felicidad.


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