Paysandú, Lunes 20 de Agosto de 2012
Opinion | 14 Ago Los resultados del censo poblacional y de vivienda que se realizara durante por lo menos tres meses –aunque se suponía que sería solo durante diciembre de 2011--, se procesaron tras serias falencias que aparentemente nunca se corrigieron porque hasta hoy hay familias en todo el país que sostienen que nunca fueron censadas, pese a que en más de una oportunidad así lo comunicaron a las respectivas oficinas departamentales y centrales.
Pero más allá de las diferencias que puedan surgir en cuanto a las cifras exactas, por los serios problemas de instrumentación, evidentemente se puede confiar en los grandes números, y éstos indican que Uruguay tiene unos pocos más habitantes que en el censo anterior, en 2004, y que si algo explica este modestísimo crecimiento, es que se haya cortado la emigración por la crisis en los países desarrollados, y no mucho más que eso.
De no ser así, todo indica que la cantidad de habitantes debería haber descendido o acaso sería estable, porque al descenso en la cantidad de nacimientos se sumó un aumento en los decesos, de acuerdo a los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El informe de análisis del censo sostiene que “el crecimiento vegetativo de la población (nacimientos menos defunciones) entre 2004 y 2011 resultó ser inferior al estimado. Por ende, las explicaciones del mayor crecimiento poblacional observado respecto a las proyecciones para el período radica exclusivamente en la atenuación del flujo migratorio durante los últimos tres años”.
No es ninguna sorpresa, por supuesto, desde que los guarismos confirman la tendencia del país en los últimos años, muy similares a los de las naciones desarrolladas, incluyendo una mayor expectativa de vida, aunque sí con las limitaciones económicas y subdesarrollo que hacen que tengamos los problemas poblacionales del primer mundo conjugados con una economía subdesarrollada, pese a la coyuntura favorable que en los últimos años hace que la brecha no sea tan notoria, por lo menos en apariencia.
En suma, surge de los datos ya procesados que la población uruguaya crece a un ritmo de 0,19 por ciento cada año, es decir acentuando la tendencia a la baja de los últimos años y, en cuanto a la discriminación por departamento, solo seis han crecido en población, encontrándose Paysandú entre los que ha perdido población, por factores que no han sido expuestos y que deberían ser analizados en nuestro propio ámbito para tener una base de trabajo sobre elementos confiables y no especulaciones.
La cantidad de nacimientos en Uruguay volvió a caer en 2011, junto con el descenso de la tasa de fecundidad de las mujeres, lo que explica por ejemplo que en la pirámide de población se de una disminución del porcentaje de niños menores de 10 años, a la vez que crece la incidencia de la proporción de mayores de 50 años respecto a 2004, consecuencia de la mayor expectativa de vida.
La problemática social inherente al envejecimiento poblacional tiene componentes de compleja interrelación en todo el mundo, y nuestro país no es una excepción, aunque cada nación o región tiene sus características socioeconómicas propias, pero hay parámetros y relación causa-efecto que pueden establecerse como un común denominador para aplicarse con mayor o menor margen de error en muchos países.
Lo cierto es que no puede ignorarse que las consecuencias de este escenario tienen profundas proyecciones de carácter social que se irán acentuando a medida que la tendencia se continúe manifestando de esta forma.
Uruguay es un país demográficamente pequeño, con un muy modesto crecimiento poblacional que se caracteriza por presentar una estructura relativamente envejecida y una baja tasa de fecundidad (dos hijos por mujer aproximadamente).
Quiere decir que estamos ante fuertes desafíos, como ya lo hemos señalado en esta página editorial, y la composición de los grupos etarios de nuestra población confirman este tendencia de envejecimiento poblacional. Ello implica que cada vez será más imperiosa la necesidad de generar lo antes posible las respuestas que seguimos postergando, aunque lo urgente nos demande que dejemos para más adelante lo importante, con un escenario que nos marca que tenemos una fuerza laboral reducida en relación al esquema poblacional, con fuertes presiones al sistema social en general, como es el caso de la atención médica y servicios para la tercera edad, lo que debe ser afrontado con recursos de una sociedad envejecida.
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