Paysandú, Martes 21 de Agosto de 2012
Opinion | 17 Ago La presencia en Paysandú del embajador de la República Popular de China, Qu Shengwu, acompañado por consejeros comerciales, marca el interés de ese país en expandir sus lazos culturales y comerciales, incluso a partir de pequeñas usinas de crecimiento, como son los departamentos.
Sin dudas, China aspira a subir peldaños de la escalera del valor agregado y a liberarse de su fama como fábrica mundial de baja calidad. Y aunque poderoso país, que ofrece una enorme diversidad de productos al mercado mundial, aun necesita de materias primas, mejores tecnologías, soluciones medio ambientales, servicios y hasta representantes regionales. La clave entonces, está en nuestra capacidad de adaptación a lo que una potencia como China está necesitando. Los industriales se enfrentan a la gran cuestión de continuar vendiendo sus productos por la vía tradicional, o por el contrario adaptarse y responder a las necesidades de China.
Hay que tener en cuenta que las compañías chinas que se transforman de simples suministradoras de productos a propietarias de marcas en los mercados internacionales, necesitan --por ejemplo-- una red de distribución en el extranjero. Esta tendencia que ya se aprecia pero que claramente en el futuro se acelerará, es impulsada por inversores que a su vez son fabricantes, desde maquinaria y equipos a bienes de consumo, con voluntad de expansión. El modelo de inversión consiste principalmente en oficinas de ventas, sociedades conjuntas comerciales o, a veces, adquisiciones de distribuidores locales. Los fabricantes se dirigen a economías emergentes con bajos costos.
Desde que las exportaciones a Estados Unidos deben sortear barreras arancelarias, América Latina (también Uruguay y en definitiva Paysandú) aparece como una interesante alternativa, en la medida que no solamente se busque el modelo tradicional de exportar materias primas o bienes producidos en nuestro suelo, sino que --por el contrario-- se exploren las ventajas que pueden ofrecer nuevas compañías y nuevas inversiones, ya sea únicamente con capital chino (resultando entonces representantes) o con sociedades conjuntas, agregando valor al incorporar capitales locales. Aun comerciar con China (y no solamente importar) ofrece complejidades, especialmente a la hora de entender cuales son las necesidades de ese mercado tan vasto como potente. Visitas como la que hoy y mañana se registran en Paysandú, de diplomáticos chinos, implican una enorme oportunidad para recibir la información necesaria que permita crear estrategias de inversión, buscar el posicionamiento de productos locales y pensar en otros proyectos.
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