Paysandú, Miércoles 22 de Agosto de 2012
Opinion | 22 Ago La desigual lucha entre los derechos de autor, imagen y difusión de los artistas musicales y la proliferación de grabaciones espontáneas no profesionales hace ya años que se combate en diferentes frentes.
El último ocurrió en Montevideo el pasado sábado, durante el recital de Jaime Roos, un artista particularmente celoso de su imagen, que impide la grabación de sus espectáculos, aun cuando fuere parcial. En el recital del sábado también se advirtió al público de la prohibición de filmar, pero obviamente muchos aficionados utilizaron sus teléfonos celulares para captar partes del show. Cuando cantaba “Colombina”, interrumpió bruscamente su recital para pedirle a un asistente que dejara de grabarlo.
No hay dudas que resulta ilegal grabar con intenciones de comercializar un recital, una obra de teatro o similar. También es ilegal reproducir grabaciones en cualquier formato. Pese a que ello es ilegal cualquiera puede adquirir en el bagashopping las últimas películas de Hollywood o los éxitos de Jaime Roos. No solamente aquí, conviene aclarar, en todo el país y en muchos otros países caso de Argentina, Perú, Paraguay, Bolivia y Chile.
Y está bien que los artistas cuiden su negocio, porque viven de el. Nadie les devolverá lo que se les escapa por la venta de copias ilegales. Total y completamente de acuerdo. En muchos recitales, especialmente en los de mayor envergadura está totalmente prohibido el ingreso con videocámaras y similares, e incluso se instalan puertas metálicas para descubrirlas. Pero siempre se permite el ingreso con teléfonos celulares, incluso aquellos con cámara incorporada.
Cuando se miran las grabaciones de televisión se aprecia con claridad cientos de celulares encendidos, captando parte del concierto que están disfrutando. Estas grabaciones, la enorme mayoría, no tienen otro valor que para quien las graba, por el sonido ambiente, la propia voz de quien graba, un sonido sin ecualizar y la imagen difusa de los cantantes.
Eso, hoy por hoy, forma parte del show y no puede considerarse intención de piratear un concierto. Solo Jaime Roos sabe si cuando interrumpió su recital se dirigía a alguien con una videocam o a alguien con un simple celular. Pero las tecnologías avanzan y los artistas deben también acomodarse a ellas. Cuidando sus derechos, sin dudas, pero también comprendiendo que los espectadores tienen los suyos y hoy grabar con un teléfono celular es permitido porque no puede ser comercializado.
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