Paysandú, Viernes 24 de Agosto de 2012
Opinion | 18 Ago De acuerdo a evaluación realizada por el Banco Mundial, Uruguay se está perfilando rápidamente en América Latina como líder en la utilización de sus recursos eólicos, con favorable incidencia en su economía, para lo que utiliza el flujo de ingresos derivados de los créditos de carbono como catalizador de la inversión.
A modo de ejemplo, menciona que un parque eólico de diez megavatios construido en la Sierra de los Caracoles, en Maldonado, se convierte en el segundo proyecto eólico en Uruguay en obtener Certificados de Reducción de Emisiones de Carbono, normalmente llamados créditos de carbono, y que es un elemento favorable en las acciones contra el cambio climático.
El director nacional de Energía, Ramón Méndez, evaluó que “de hecho, el proyecto eólico Caracoles fue uno de nuestros primeros pasos tendientes a un cambio en la matriz energética de Uruguay, priorizando la energía renovable”, refiriéndose a este proyecto que generará alrededor de 180.000 créditos de carbono durante el primer período de acreditación de siete años, los que serán adquiridos por el Fondo Español de Carbono del Banco Mundial, permitiendo canalizar recursos hacia esta iniciativa.
Pero lo más destacable del hecho radica en que felizmente no se trata de un logro aislado, sino que el parque eólico es parte de un plan del Ministerio de Industria, Energía y Minería en cuanto a contar con unos mil megavatios de capacidad eólica instalada para el año 2015, cuando hoy tenemos apenas 43 megavatios instalados, y que va a representar más o menos el 25 por ciento de la electricidad generada en nuestro país.
Debe tenerse presente que en marzo último se cerró el plazo de presentación de ofertas para los catorce emprendimientos que habían quedado afuera de la segunda licitación para parques eólicos convocada por UTE, y de acuerdo a lo informado por autoridades del ente, se logró en esta instancia el objetivo de dejar sentadas las bases para alcanzar los mil megavatios de generación eólica instalada para 2015.
Este optimismo se basa en que se recibieron trece ofertas para nuevos parques de aerogeneradores, sobre un total de catorce en competencia, por lo que si se concretan todas las iniciativas, la inversión proyectada será del orden de los 1.200 millones de dólares, para una potencia de 780 megavatios.
Estas ofertas han sido posibles porque UTE estableció nuevas condiciones para captar las licitaciones que habían quedado afuera de la segunda licitación para parques eólicos, mediante un precio sostén de 63,5 dólares el megavatio hora.
En este contexto de búsqueda de incorporación de energías renovables, también hace unos meses se ha suscripto un convenio entre el Instituto Nacional de Colonización (INC) y UTE, con vistas a la explotación de energía eólica en campos de las colonias del instituto, desde que además la iniciativa permite al organismo obtener recursos por la cesión a UTE del espacio físico para la instalación de los molinos, los que serán destinados a inversiones para mejorar el acceso al agua por los productores nucleados en las referidas colonias.
Es realmente positivo que se busquen alternativas energéticas en base a inversiones en energías limpias y renovables, ya que toda incorporación de potencia eléctrica es bienvenida en un país en el que la falta de agua en los embalses sigue dándonos malas noticias, obligando a UTE a importar electricidad a precio de oro desde los países vecinos o generarla en base a petróleo, a un precio similar.
La energía eólica se presenta a esta altura como el impulsor alternativo de mayor proyección a los embalses hidroeléctricos y a las centrales térmicas para la generación eléctrica.
Se considera que tiene una potencia alcanzable de unos 2.300 megavatios en nuestro país, teniendo en cuenta los emplazamientos de líneas de UTE y los departamentos donde el viento tiene mayor potencial de aprovechamiento, que son fundamentalmente los de la franja sureste del país.
El uso de recursos nacionales y renovables es un imperativo ante factores negativos como los altos costos y la dependencia energética, por lo que el promover energéticos que no sean de origen fósil ni importados responde al interés nacional, y es además un adicional nada despreciable que en su instalación se puedan obtener créditos de carbono para mejorar la viabilidad de proyectos y obrar como catalizador en esta área, ante su carácter amigable con el medio ambiente.
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