Paysandú, Viernes 24 de Agosto de 2012
Opinion | 19 Ago El informe de siniestralidad del primer semestre del año mostró un descenso en el porcentaje de alcoholimetrías con niveles de alcohol superiores a lo permitido, que bajó a menos de la tercera parte respecto a los últimos diez años, lo que permitiría estimar que en caso de mantenerse esta tendencia los números del año cerrarían con mejores indicadores que los años precedentes.
En 6 meses se realizaron más de 23.000 alcoholimetrías a conductores y peatones involucrados en siniestros de tránsito en todo el país. En un 4,5% de esos controles se detectó presencia de alcohol mayor al límite permitido actualmente.
Por otra parte, la estadística muestra que mientras que en los días hábiles el porcentaje de controles con resultado mayor al límite se mantiene relativamente estable en el entorno del 3%, los sábados aumenta hasta casi un 8% y los domingos supera el 11%.
En consecuencia, hay una clara correlación entre el patrón de consumo de alcohol durante los fines de semana y la participación en accidentes. Estos indicadores deberían ser utilizados eficazmente no sólo para la prevención sino también la fiscalización de forma de incrementarla cuando más probabilidades hay de encontrar conductores alcoholizados en el tránsito.
Está demostrado que el alcohol deteriora marcadamente la función psicomotora y la capacidad para conducir con seguridad aumentando el tiempo que tarda la persona en decidir qué hacer y cuándo actuar. Además, deteriora la coordinación manual, la atención y la resistencia a la monotonía, así como la capacidad de juzgar la velocidad, la distancia y la capacidad para hacer frente a una situación inesperada.
La lista es larga e incluye el hecho de que el alcohol produce un efecto de sobrevaloración de la persona dando lugar a una mayor seguridad en sí mismo que, unido al deterioro de las funciones cognitivas, ocasiona un mayor riesgo de accidente.
Por todo esto, sería bueno contar con una rápida aprobación parlamentaria del proyecto de ley que enviará la Unasev con la finalidad de unificar el nivel de alcohol en sangre permitido y establecerlo en cero para toda la población y no sólo para los conductores profesionales como rige en la actualidad. La tolerancia cero, sumada a la prevención y una adecuada fiscalización deberían ayudar a descender aún más una estadística nefasta.
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