Paysandú, Domingo 26 de Agosto de 2012
Opinion | 20 Ago Las oficinas de la Embajada de Ecuador en Londres, en el Flat 3b, 3 Hans Crescent, se encuentran rodeadas por las fuerzas de seguridad británicas, después que el gobierno del país latinoamericano concedió hace pocos días asilo político a Julian Assange, fundador de WikiLeaks y ahora acusado por Suecia de abusos sexuales. Lo que quiere Gran Bretaña es cumplir con el tratado que mantiene con Suecia y detener y extraditarlo a ese país para que sea juzgado. Lo que Assange teme es que cuando esté en Suecia, Estados Unidos pida su extradición por las publicaciones de WikiLeaks de material clasificado diplomático y del Departamento de Estado.
Si Assange asoma la nariz será capturado por la Policía británica. Pero eso no es todo, el gobierno inglés amenazó con quitarle estatus diplomático a la Embajada de Ecuador. Si eso sucediera, entonces el destino de Assange estaría echado. Pero, en América Latina, el gobierno ecuatoriano le otorgó asilo político y en las últimas horas la Unasur apoyó la decisión del gobierno de Rafael Correa. La cuestión, nada menor, es cómo sacarlo de Londres rumbo a la altura de Quito.
Sin duda que la libertad de un periodista y el libre ejercicio de su profesión deben ser defendidos porque se trata de la libertad de información, opinión y prensa. Para que la información fluya libremente no pueden actuar los gobiernos ni grupos de presión.
Resulta difícil desde aquí saber si la acusación de Suecia es legítima o si es basada en el escándalo de la información filtrada desde WikiLeaks. Hay sí puntos oscuros en las acciones de Assange al frente de lo que quiso ser una agencia de noticias sin sede física para no tener presiones de ningún gobierno, denunciadas por sus ex asociados. Y claramente la acusación por delitos sexuales nada tiene que ver con la prensa.
Ahora bien, ante la duda, es bueno darle el beneficio del asilo político. Lo que llama la atención es que sea el gobierno de Rafael Correa el que haya otorgado asilo. Porque Ecuador no es un dechado como defensor de la libertad de prensa. El gobierno ha demandado a diarios importantes. Lo que es peor, formuló un marco de leyes y revisiones constitucionales para limitar la libertad de prensa, mientras construyen un conglomerado para desacreditar los reportes de los medios críticos e independientes. No hay razón para creer que WikiLeaks se centrará en Ecuador y no será sujeto a presiones similares, especialmente cuando la verdadera transparencia está lejos, muy lejos de los problemas legales de un individuo brillante, valeroso, pero últimamente lleno de fallas.
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