Paysandú, Domingo 26 de Agosto de 2012
Opinion | 24 Ago Hace pocos días la Corte Suprema de Australia ratificó la próxima entrada en vigencia de la ley más estricta del mundo contra la promoción de los cigarrillos, incluso más severa desde algún punto de vista que la aprobada en su momento en Uruguay –que está vigente-- durante la Administración Vázquez, que tuvo la condición de abanderada en cuanto a legislación mundial contra el tabaquismo.
En base a esta norma, desde diciembre en Australia las tabacaleras ya no podrán colocar sus logotipos en las cajillas, sino tan solo imágenes de bocas afectadas por el cáncer, ojos ciegos y niños enfermos, todo en un color verdoso monótono, a partir de que el máximo tribunal de justicia australiano rechazó una apelación de las empresas tabacaleras, las que alegaban que el valor de sus marcas se verá afectado si no pueden colocar sus cajillas con colores, diseños y logotipos distintivos.
Como en el caso de Uruguay, el gobierno australiano aspira a que mediante esta medida los nuevos paquetes de cigarrillos no serán precisamente seductores para el potencial consumidor, y que por lo tanto harán el acto de fumar lo menos atractivo posible.
Por supuesto, la iniciativa primero y este fallo más tarde, han causado profunda inquietud en firmas tabacaleras como British American Tobacco, Philips Morris International, Imperial Tobacco y Japan Tobacco International, teniendo en cuenta que puede generarse una gran bola de nieve mundial contra esta adicción, con un precedente que podría derivar en una drástica merma en sus ventas, ya de por sí reducidas en el Primer Mundo.
El tribunal australiano desestimó el planteo de las compañías que clamaban que la ley infringe sus derechos de “propiedad intelectual” y devalúan las marcas registradas, en tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestó su expectativa de que la decisión australiana tenga “efecto dominó” en otros países donde se ha comenzado por ahora con tímidas legislaciones contra el tabaquismo.
Y por cierto que es fundamentado este cauto optimismo de la organización mundial, desde que es notorio que la cruzada mundial contra el tabaquismo ha alcanzado un vuelo hasta hace pocos años inimaginable, si se tienen en cuenta los grandes capitales e intereses que se mueven en torno a las gigantes del tabaco, que han derramado ríos de dinero en publicidad, sobre todo, con énfasis en captar jóvenes, y por ejemplo, con fuerte incidencia en la “sponsorización” de espectáculos deportivos.
Un golpe demoledor lo constituyó en su momento la prohibición de toda publicidad de tabaco en autos y eventos de la Fórmula Uno Internacional, donde grandes compañías habían invertido fuertes sumas de dinero para financiar a las escuderías más renombradas, por lo que éstas debieron apelar a otros patrocinadores al haber desaparecido una de las más importantes fuentes de financiación.
Con el paso de los años ha habido efectivamente un “efecto dominó” que prácticamente ha erradicado esta publicidad de las competencias deportivas, e incluso donde se aplican legislaciones más severas, como el Uruguay, también se ha prohibido toda publicidad sobre tabacos y cigarrillos, apostando a que este factor obre positivamente en el abatimiento del consumo.
Por supuesto, no es fácil esta cruzada y no solo por los intereses en juego, sino porque socialmente todavía el tabaco es aceptado e incluso promovido como un elemento bien visto por muchos jóvenes, con creciente incidencia del consumo en la mujer. Por lo tanto es este un aspecto que requiere condignas respuestas en educación desde la más temprana edad en todos los niveles, empezando por las escuelas, como ya se está haciendo, y siguiendo por otros niveles de la enseñanza.
Lo que sí es cierto, para ser sinceros, es que contrariando una larga tradición de idiosincrasia transgresora o displicente, la norma antitabaco aprobada durante el gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez tiene un fuerte respaldo social de los uruguayos, incluso de la mayoría de los fumadores, y este elemento debería llamarnos a optimismo respecto a que una actitud similar se generará en otras partes del mundo donde se continúe avanzando en la aprobación de este tipo de normativas en favor de la salud, en poblaciones por ejemplo más apegadas al respeto de las normas, para protección de fumadores y no fumadores, y fundamentalmente combatiendo el consumo en espacios cerrados, que es el gran factor desencadenante de este creciente rechazo al humo de tabaco en favor del derecho de los no fumadores a respirar aire limpio.
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