Paysandú, Miércoles 29 de Agosto de 2012
Opinion | 24 Ago Seguramente que no, que no todo tiempo pasado fue mejor. Que lo mejor que nos puede pasar es hoy, ahora mismo. Vivir es apenas un fugaz instante que rápidamente se convierte en pasado y que muchas veces gastamos tratando de adivinar el futuro en lugar de disfrutar el presente.
No, no todo tiempo pasado fue mejor. Pero si, desde 1978 hay un día en el año en que los uruguayos enlentecemos el paso y miramos lo que ya no es, lo que sobrevive en nuestra memoria. Desde que Pablo Lecueder marcó el 24 de agosto como la Noche de la Nostalgia, los uruguayos apartamos este día para recordar la música de nuestra juventud, los lugares de diversión de entonces, y tantas otras cosas que provocan esa melancólica tristeza por aquellas dichas perdidas.
La Noche de la Nostalgia ha cobrado tal auge que es la noche que registra el mayor número de uruguayos que salen de festejo. Concurren a cenas-show, a bailes, a pubs, a otros espacios que se instalan solo para esa noche. Se trata de recordar la música de los 60, 70 y 80 preferentemente, aunque hay quienes consideran música de la nostalgia también a la “nueva” de los 90.
Tal multitud de personas concurriendo a lugares de diversión aumenta sensiblemente la cantidad de vehículos en las calles. Esto hace que las autoridades establezcan campañas de contralor en todo el país, utilizando el máximo de sus fuerzas y recursos para prevenir accidentes, en una noche donde los brindis aumentan a medida que los recuerdos se hacen patentes.
Sin lugar a dudas, los esfuerzos de las autoridades dan muy buenos frutos, porque un año si y otro también, la Noche de la Nostalgia reduce la cantidad de siniestros y por tanto de accidentes y fallecidos.
Incide fundamentalmente también que la población tiene una actitud muy responsable en la Noche de la Nostalgia y transita con mucho cuidado. Asimismo, como en ninguna otra noche el “conductor designado”, aquel que no puede consumir alcohol asume su rol. También, los taxímetros trabajan a pleno, retornando a sus hogares a aquellos que tomaron y ya no pueden conducir.
Esta noche tan especial es un ejemplo de buen comportamiento ciudadano y de buen contralor oficial. Si funciona tan bien, es claro que bien podría extenderse al resto del año, para que en prevención a la hora de la diversión nocturna, todas sean Noches de la Nostalgia. Porque todos deberíamos tomar las máximas precauciones y no conducir vehículos si se ha bebido. La vida lo merece.
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