Opinion | 02 Sep Sin lugar a dudas, ha sido recibida con general beneplácito la noticia de que se han iniciado los trabajos de recuperación del Teatro Florencio Sánchez. Tras un lapso que a muchos nos puso en la incómoda posición de tratar de entender que los deseos y la voluntad son una cosa y las necesidades técnicas así como las barreras y vericuetos de la burocracia son otra, hemos podido ver a muchos obreros dedicando todo su esfuerzo a concretar las obras que han sido planificadas.
Ha comenzado la restauración de la fachada, en pocos días se iniciará la instalación del sobretecho necesario. Se recuperarán los servicios higiénicos y se establecerá la nueva instalación eléctrica.
Es decir que ahora podemos soñar con que se llegará al día 8 de diciembre próximo, fecha establecida por el intendente departamental Bertil Bentos, con el magnífico coliseo en condiciones de ser reabierto parcialmente, cumpliéndose de esta manera la primera etapa del ambicioso plan que llevará a contar con un teatro totalmente restaurado, y con un equipamiento técnico de avanzada que permita encarar la presentación de espectáculos a un nivel desconocido para la región.
Esta próxima etapa seguramente se podrá concretar en base al aporte de la comunidad a través de la Fundación de Amigos del Teatro Florencio Sánchez, así como los fondos que podrían llegar como créditos a largo plazo o no reintegrables. Como se sabe, el propio intendente departamental ha iniciado las gestiones en procura de esos recursos y actualmente la gestión es procesada en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto de la Presidencia de la República.
Mientras tanto, como informáramos, la sentencia del tribunal de alzada confirmó el desalojo de los ocupantes del ex cine Astor, por lo que ahora solamente resta que la Intendencia de Paysandú tramite el lanzamiento para que, muy probablemente antes de fin de año y por primera vez, pueda tomar posesión efectiva del inmueble que le fuera donado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) en 2004. El Juzgado en Primera Instancia de Sexto Turno confirmó “en todos sus términos la sentencia de primer grado”.
A su vez, conocida es la situación que enfrenta actualmente el Club Paysandú con una difícil situación económica, que puede llegar a que el histórico edificio de la calle 18 de Julio sea rematado.
Simultáneamente, la actual administración municipal, que ha demostrado especial preocupación por aspectos de la historia sanducera, fundamentalmente la recuperación de las tierras donde estuvo enclavada la Villa de la Purificación, el darle cada vez mayor trascendencia al Encuentro con el Patriarca o revivir “Florencio Sánchez”, tiene evidentemente problemas locativos en varias de sus dependencias y en lugares referentes de la historia de Paysandú.
Así vemos que el Mausoleo del General Leandro Gómez ha sufrido un deterioro con filtraciones que en muchas oportunidades literalmente inundan el lugar con el consiguiente riesgo y molestia para visitantes y funcionarios. El Museo Histórico Municipal funciona sólo a medias, pues un amplio sector del mismo no está abierto al público y, según se ha indicado, funciona como depósito. Por otra parte es notorio que el Monumento a Perpetuidad luce descuidado y hasta, según se ha advertido, su arboleda corre serios riesgos por la presencia de plagas. Seguramente debemos incluir en este comentario el “Museo de la Tradición” que hace meses fue cerrado y, pese que se indicó que era para restaurarlo, hasta el momento no se observa ninguna actividad que haga pensar que se está trabajando en su refacción. El panorama general que reseñamos nos lleva a reflexionar sobre la posibilidad de elaborar un plan para encarar las situaciones apuntadas.
Por ejemplo, al contar con el ex Cine Astor, se podría recuperarlo como lugar de uso público transformándolo en una sala auxiliar del Teatro Florencio Sánchez y, por ende, de la Dirección Municipal de Cultura mientras que la Intendencia podría buscar una fórmula (¿un comodato quizás?) para respaldar al Club Paysandú, tomando para uso público parte de la sede donde podría instalarse un “Museo de la Defensa” así como salas que alberguen permanentemente exposiciones de distintas características, creando de esta manera un nuevo e importante atractivo para el renovado centro de la ciudad. Esto permitiría que el Mausoleo sea lo que debe ser: sólo un lugar de homenaje y veneración al Héroe de Paysandú cuyos restos deberían estar permanente custodiados por un soldado del Batallón que hoy lleva su nombre, mientras que “aliviaría” el depósito del Museo Histórico. La instalación de exposiciones en el mismo lugar liberaría las galerías y el “Astor” en algo al Auditorio “Miguel A. Pías” dándole algo más del espacio que tanto necesita. Todo este planteo es factible y perfectible pero lo que está claro es que la situación debe ser analizada a fondo y sin dilaciones.