Paysandú, Domingo 09 de Septiembre de 2012

Las islas olvidadas del río Uruguay

Opinion | 04 Sep Una reciente intervención en la Junta Departamental del edil Rubens Francolino tuvo la virtud de poner nuevamente sobre el tapete la olvidada situación de las islas del río Uruguay, que forman parte del territorio de ambos países limítrofes pero que no han sido explotadas debidamente por ninguno, y muy especialmente por Uruguay.
En 1986, con el país recientemente retornado a la institucionalidad democrática, el entonces ministro de Relaciones Exteriores Enrique Iglesias anunciaba que se daría a conocer en Paysandú el denominado Código de Islas, por el que en su esencia se traspasaría la administración de las islas del río Uruguay a las intendencias del Litoral, con vistas a darle un destino útil y rescatarlas del olvido en que se ya encontraban.
Es que precisamente salvo quienes frecuentan estas islas en embarcaciones, las más de las veces en forma ocasional durante el verano, la población de esta orilla no tiene en cuenta que estas porciones de tierras reúnen condiciones muy favorables para esparcimiento y turismo, e incluso en aquélla época estaba en consideración la explotación agroindustrial, sobre todo desde el punto de vista forestal y hortifrutícola, ya que por ejemplo los cortes con destino de industria tienen a su favor la cercanía del río para aprovechar el transporte fluvial, que implica un sustancial abaratamiento de los fletes.
Hasta ahora esta explotación está muy limitada y en el caso del Departamento de Paysandú se conocen emprendimientos de este tipo en las islas de Almería y Queguay Grande, pero sin la relevancia que deberían tener en caso de hacerse a una escala que realmente implicara una tasa de retorno con otro atractivo para los inversores.
Evidentemente, desde el punto de vista turístico nuestras islas son parte de un valor diferencial de gran proyección, sobre todo con el valor inapreciable de que proveen grandes arenales y aguas límpidas, dado que por el comportamiento del río Uruguay, en buena parte de la costa de nuestro departamento la arena es decantada sobre las islas y no sobre la ribera. Por este motivo constituyen un verdadero llamador para miles de personas que durante el verano se trasladan en todo tipo de embarcaciones. Sin embargo la gran mayoría de los privilegiados visitantes provienen de Argentina, debido al gran desarrollo turístico que tienen del otro lado del río, al punto que desde Colón y la región existen decenas de agencias que venden paquetes de excursiones de pesca, turismo aventura y paseos por las islas y aguas uruguayas.
El traspaso de las islas a través de una normativa como la que pretendía llevar adelante el Cr. Iglesias antes de ser convocado para un cargo en un organismo internacional, y que por lo tanto resultó frustrada, dejaría en manos de las intendencias un verdadero diamante en bruto, y permitiría por ejemplo convocar a inversores para llevar adelante emprendimientos en régimen de concesión, como figura posible, además de promover incorporación de líneas regulares de transporte de pasajeros para disfrutar de la belleza natural de estas islas.
Es cierto, como señalara el edil nacionalista, que el tema podría ser punto de consideración en el Congreso de Intendentes, dado que seguramente no solo la Intendencia de Paysandú, sino también sus pares de toda la región litoraleña, deberían tener particular interés en administrar estos territorios olvidados, los que además prácticamente son tierra de nadie en los hechos.
En el caso de Paysandú, nos encontramos ante áreas que sumadas conforman más de 3.500 hectáreas de las islas Chapicuy, Guaviyú, Dos Hermanas, Sombrerito, Queguay Chico, Queguay Grande, San Francisco Grande, Almirón, Almería e Islote Braulio, en tanto en el caso de Río Negro están todavía en venta las Islas Román Grande, Chala, Basura y Pingüino, de un total de 47 islas existentes en el río Uruguay, de las cuales 31 fiscales y 16 privadas.
En todos los casos seguimos viviendo de espaldas a las islas, como si no existieran, salvo para una ínfima parte de la población, como también hemos vivido durante décadas de espaldas al río y desaprovechado el transporte fluvial, por lo que la instrumentación de un Código de Islas que no quede en letra muerta, es otra de las materias pendientes para los uruguayos del Litoral, que tenemos al alcance de la mano este regalo de la naturaleza que no valoramos debidamente.


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