Paysandú, Lunes 17 de Septiembre de 2012
Opinion | 17 Sep Uruguay volvió a colocarse al tope en la estadística de precios de combustibles al consumidor en todo el mundo, al tener la nafta más cara del orbe. Un reporte de Nation Master (http://masternation.com), una publicación especializada en estadísticas mundiales, subraya que la nafta en Uruguay se vende a 1,95 dólares por litro, el más caro del mundo. Lo siguen Gran Bretaña con 1,92 dólares, Israel con 1,87 y Argentina con 1,75.
El promedio a nivel mundial está en el entorno de un dólar, como en Cuba, México, la India, Canadá o Australia, pero obviamente los países productores de petróleo son los que venden la nafta más barata. Estados Unidos lo hace a 0,77 dólares por litro, Rusia a 0,54, Ecuador a 0,51, Libia a 0,41, Arabia Saudita 0,39 y Kuwait 0,34. Venezuela la vende a apenas 0,20, Irán e Irak 0,05 y Turkmenistán cierra lista con un precio de 0,03 dólares por litro.
Es claro que, al menos hasta el momento, Uruguay no es un país productor de petróleo, lo que condiciona el precio, pero también es cierto que desde hace muchos años el Estado castiga con el 44% de impuestos el consumo de naftas. Esto limita el desarrollo lo mismo que la inversión extranjera. No es lo mismo pagarla en Uruguay a 1,95 dólares que a 1,05 en Chile o 1,51 en Brasil.
Pero el precio de la nafta no solamente eleva los costos de prácticamente toda la economía y hace que los uruguayos paguemos por los productos de consumo un poco más, debido a la incidencia del combustible, sino que además obra como un traba a la renovación del parque automotor, a la vez que promueve un crecimiento imparable en la compra de motos.
Es que la carga impositiva que se le impone a los vehículos 0 Km es de tal magnitud que la mitad del precio va para impuestos (el último asignado es el que corresponde para financiar el fondo del Sucive). Esto hace que el parque automotor sea viejo, con modelos económicos y en muchos casos con autos que no podrían usarse por su estado de deterioro.
La cantidad de motos es mucho mayor a lo que el tráfico puede soportar y hay una epidemia de siniestros y muertes.
Y todo comienza con el afán recaudador del Estado, establecido hace décadas y que hoy llega a la voracidad lisa y llana.
Hay que empezar por reducir esos costos para luego quitar impuestos que promueven el desarrollo y defiendan la vida. Así como vamos nada se logrará. Y este primer puesto no es nada deseable.
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