Paysandú, Martes 18 de Septiembre de 2012
Opinion | 14 Sep Recientemente el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, al hablar en una conferencia celebratoria de los 25 años de aprobación de la Ley de Desarrollo Forestal, evaluó que no hay ningún sector en la economía nacional que haya formalizado tanto empleo en tan poco tiempo.
Y tiene razón el secretario de Estado, pese a que en el sector todavía falta dar el salto revulsivo de calidad que permita la generación de valor agregado a la materia prima, que es precisamente el mayor generador de fuentes de empleo genuinos y reciclador de riqueza en el medio rural, sobre todo.
Pero más allá de las dificultades inherentes a toda actividad productiva, aún en las que como la madera, Uruguay tiene ventajas comparativas para producir, es motivo de celebración sin dudas que al fin y al cabo la Ley de Desarrollo Forestal sea hasta ahora la única política de Estado que ha sabido darse el sistema político de nuestro país.
Debe tenerse presente que en diciembre próximo se cumplirá el cuarto de siglo de esta norma aprobada por la unanimidad de los partidos políticos con representación parlamentaria, y cuya instrumentación ha tenido una repercusión positiva creciente con el paso de los años, al ameritar por ejemplo que tengamos ya unas 800.000 hectáreas implantadas para industrialización, con las consecuentes exportaciones, generación de empleo e inversiones.
Desde aquel país sin árboles que era el Uruguay hasta hace 25 años, la realidad de hoy transmite un escenario muy diferente, por un sector que se ha ido desarrollando a partir de las condicionantes de promoción contempladas en la ley original, y que ha logrado crecer y mantenerse aún cuando indudablemente la infraestructura del país no estaba preparada para apoyar emprendimientos de estas características.
Estas carencias logísticas quedan en evidencia ante el hecho de que más del noventa por ciento de la madera es transportada por camión desde las plantaciones a los lugares de recibo, como la planta de UPM Botnia, centros de acopio o puertos.
De acuerdo a lo manifestado a El Observador por el presidente de la Sociedad de Productores Forestales, Diego Mora, el Uruguay tiene una extensa red de vías férreas pero su antigüedad y falta de inversión determinan que el tren sea un sistema de transporte de carga extremadamente ineficiente, y es así que para los empresarios de la madera es un servicio “poco confiable”, con peligro de descarrilamientos, a lo que se agrega la falta de certezas sobre el tiempo de traslado de la producción.
Por cierto que el factor transporte implica un fuerte encarecimiento de esta materia prima, lo que ya se percibía desde hace un cuarto de siglo, cuando las primeras implantaciones, lo que pone de relieve que la Ley de Desarrollo Forestal no ha sido acompañada en su intención por las medidas que permitieran incorporar la infraestructura de apoyo fundamental para tener un sistema de transporte al servicio de una mejor competitividad.
Por lo demás, no solo es notoria la ausencia del ferrocarril, como medio barato para el transporte de cargas de gran volumen y bajo valor relativo, sino que es a la vez sabido que un gran enemigo en los costos es la manipulación de las cargas, lo que se conjuga con las distancias promedio en nuestro país, cuando debería entrar a tallar el transporte fluvial, dejado de lado durante décadas y que se ha mencionado como una alternativa válida en este esquema. Por supuesto, el período de explosión de la producción de la madera, es decir cuando los montes entran en edad de explotación, ya se conocía desde que fueron implantados, pero como suele ocurrir en nuestro país, se dejó transcurrir lastimosamente el tiempo sin las inversiones para reforzar las carreteras de la ya prevista “ruta de la madera” y hoy tenemos que estas rutas, con tratamientos insuficientes para las exigencias de las cargas, son el talón de Aquiles de esta producción y a la vez afecta a todos quienes por ellas transitan. Y como tampoco se ha invertido ni reestructurado el ferrocarril, porque tanto los gobiernos anteriores como el actual jamás se animaron, nos encontramos con que queramos o no, tenemos un sector que por dificultades logísticas aparece como una Ferrari con ruedas de carreta, porque hasta ahora a solo se ha “hablado” mucho de soluciones, pero se ha hecho poco, casi nada.
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