Opinion | 15 Sep Es muy cierto que la región del Cono Sur tiene muy buenas posibilidades como proveedor de alimentos en un mundo que presenta ya dificultades para abastecerse, teniendo en cuenta sobre todo la sobreexplotación de recursos naturales. Es así que ya a esta altura las exportaciones de productos primarios de los países de la región son muy significativas, pese a las carencias que subsisten en cuanto a condiciones de apoyo a la producción.
Las principales cámaras de alimentos y bebidas del Mercosur y Chile deliberaron recientemente en Montevideo, a efectos de analizar la problemática que los afecta, e insistieron en un proyecto para lograr una estrategia regional que potencie la capacidad de llegar al mundo con su producción.
Igualmente, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile exportaron alimentos en 2011 por más de 100.000 millones de dólares, lo que no es poca cosa, aunque se considera que el potencial productivo de la región está en condiciones de multiplicar este volumen.
Pero para alcanzar tales objetivos entienden que es preciso reforzar la interacción público - privada, y a la vez proponen a los gobiernos que éstos articulen las medidas que permitan garantizar los flujos de libre comercio intrazona, incluyendo la remoción de trabas y demoras que no se ajusten a exigencias sanitarias.
La idea central de los productores es la de crear una plataforma de alimentos del bloque, para negociar en mejores condiciones, pero esta visión optimista contrasta con la dura realidad de las serias dificultades en la integración regional, sobre todo a partir de las medidas proteccionistas que practica la Argentina, tanto para sus socios del Mercosur como para extrarregión, y porque cada país tiene visiones distintas para su actividad exportadora, de las cuales una Argentina encerrada en sí misma no es un paradigma a seguir ni mucho menos.
Es que el Mercosur mal puede acordar hacia adentro para presentar una cara homogénea hacia fuera, cuando ni siquiera ha podido superar sus serios problemas internos, que no han permitido siquiera actuar como bloque para firmar acuerdos con la Unión Europea, como ejemplo.
Así, para el presidente de la Cámara Industrial de Alimentos Envasados del Uruguay, Cr. Juan Pedro Flores, los proyectos para coordinar esfuerzos y convertirse en un gran supermercado regional se dan de frente con la triste realidad del Mercosur.
Argumentó que “es cierto que estamos en una situación estratégica ideal para abastecer al mundo de alimentos, pero la coyuntura dista mucho de eso”, y expuso que los planes trazados en la última reunión de la coordinadora regional del sector “son imposibles de aspirar si no tenemos libertad de transacción entre nosotros mismos”, según da cuenta el suplemento “Economía y Mercado” del diario “El País”.
Y una pauta de la realidad a que se refiere el empresario surge de su opinión de que el Mercosur, que tenía como objetivo la libre circulación de bienes y personas “ha quedado lejos, nos tuvimos que olvidar de Argentina como comprador, especialmente en alimentos. Un sector que elabora productos perecederos no puede soportar que por decisión unilateral las mercaderías estén en depósitos cuatro o cinco meses, como los alfajores o galletitas que no entraban a los supermercados argentinos por decisión del secretario de Comercio argentino, Guillermo Moreno”.
Paralelamente, a las dificultades existentes para entrar al mercado argentino se agrega la competencia de productos de ese origen que entran a la plaza uruguaya subsidiados y que no siempre cumplen con la normativa vigente en el bloque, y lo que es peor aún, desalojan a los uruguayos de otros países del bloque al ofrecerse un 30 o 40 por ciento más baratos por este subsidio.
Estas son apenas algunas de las dificultades de un sector, pero que se extiende a otras áreas, en base a distorsiones que se deben al incumplimiento de las normas del Mercosur por nuestros vecinos.
Estamos por lo tanto ante un bloque de gran incertidumbre jurídica, donde Argentina y Brasil hacen y deshacen a voluntad, por fuera de las normas y lo que es peor, Uruguay en forma suicida les sigue el juego con decisiones que priorizan “lo político” --como “explicara” el presidente José Mujica-- por sobre lo jurídico.