Paysandú, Viernes 21 de Septiembre de 2012
Opinion | 21 Sep Hablando en Bruselas, el ministro de Industria, Energía y Minería de nuestro país, Roberto Kreimerman, formuló un llamado de alerta e instó a la Unión Europea y a los países del Mercosur a esforzarse más para avanzar en las negociaciones de un acuerdo de asociación entre los bloques, teniendo en cuenta que desde hace tiempo percibe que no se registran progresos en el plano del intercambio comercial.
El secretario de Estado evaluó que por el momento no ha tenido lugar un intercambio formal de ofertas de acceso a mercados, pese a determinados intercambios que “permiten augurar que en las próximas rondas habrá un sentido positivo”.
Pero claro, una cosa son los deseos de avanzar, sobre todo para un país pequeño como Uruguay, que debe estar abierto al mundo y tiene todo para ganar con un mayor intercambio comercial, que lo que marca la realidad, con conflictos de intereses y medidas proteccionistas que asoman cada vez con mayor fuerza, y que es precisamente uno de los aspectos más controvertidos dentro del propio Mercosur, a partir de medidas adoptadas por el gobierno de Cristina Fernández en Argentina.
Kreimerman reconoció en Bélgica que “casi todo el mundo ha adoptado unas medidas más proteccionistas que antes. Creemos que debemos de desarrollar el mayor comercio posible”, para acotar que “el comercio tiene sus vaivenes y a veces se cierra y a veces se abre”, por lo que entiende que “un comercio donde todas las partes ganen debería llevar a una mayor industrialización de nuestros pueblos”.
El punto es que entre lo que debería ser y la realidad hay actualmente un amplio trecho, y en lo que refiere a la postura del Mercosur como bloque, es indudable que desde hace años las negociaciones con la Unión Europea no avanzan, porque Brasil no tiene ningún interés en ello, desde que su política internacional es la de abrirse paso en la cancha grande como nación emergente, por sus propios medios y a la vez mantener al Mercosur como su coto de caza, es decir para colocar sus artículos terminados, de alto valor agregado, mediante un arancel externo del bloque lo más alto posible para cerrar el camino a productos similares de fuera de la región. Paralelamente Argentina, con una economía prendida con alfileres, endeudada y sin crédito externo, ha cerrado sus fronteras a cal y canto para los productos de importación, tanto del Mercosur –le importa poco violar sistemáticamente el tratado constitutivo-- como de fuera de la región, por lo que practica un proteccionismo desembozado que no cae nada bien en la Unión Europea y tampoco en el propio Mercosur.
Con esta diversidad de políticas y hasta intereses encontrados, el bloque dista de ofrecer por lo menos cierta homogeneidad para negociar ante la Unión Europea, donde a la vez también hay distintas realidades y el fantasma de la crisis ha hecho rebrotar recelos que impactan en la posibilidad de definiciones en común, sin olvidar el proteccionismo que desde siempre practica para proteger su producción agrícola.
En este contexto problemático es que el ministro Kreimerman ha expresado sus expectativas en Bruselas y ha manifestado incluso que mantiene firmes esperanzas de que en 2013 se pueda avanzar en las negociaciones, a pesar de que por el momento no hay una fecha confirmada para celebrar una nueva ronda de conversaciones.
Incluso sostuvo que “yo soy optimista y a pesar de los largos 18 años que lleva la negociación, creo que vamos a avanzar, porque las ofertas están bastante cercanas y falta ahora eliminar alguna barrera que parece muy fuerte, pero creo que lo vamos a lograr”, en tanto acotó que “Uruguay trata de negociar para que el comercio sea lo más justo posible entre los países, y para desarrollar nuestro potencial así como para diversificar los mercados”.
Por supuesto, el secretario de Estado no puede más que transmitir optimismo respecto a que todo va a resultar bien en la negociación de ya casi dos décadas entre los bloques, pero la debilidad estructural e institucional del Mercosur actual, que en los hechos no está funcionando como bloque, presagia un nuevo fracaso frente al viejo continente. Sería en cambio más provechoso para Uruguay si nuestro gobierno concentrara todos sus esfuerzos en mejorar las condiciones de mercado para los productos uruguayos, puesto que a esta altura otra cosa suena más a pérdida de tiempo, mientras nuestros “socios” regionales siguen haciendo de las suyas sin importarle demasiado nuestra suerte.
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