Paysandú, Sábado 22 de Septiembre de 2012

Faltan salidas para el sistema educativo

Opinion | 19 Sep Para el ingeniero Juan Grompone, profesor y Premio “Ingeniero Eminente” por la Región Latinoamericana, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería, de la Academia Nacional de Letras y asesor del Plan Ceibal, buena parte del retroceso en la educación se debe al decaimiento registrado durante la dictadura. Pero también consideró que a la salida de ese período el país lo que hizo fue volver al pasado, cuando tenía algo mucho más importante que hacer, es decir no sólo recuperar todo lo que había perdido, sino sentar nuevas bases.
Evaluó sí que en la educación “pasan las administraciones y nadie las hace andar. Yo ni siquiera pido que la educación ingrese al siglo XXI, sino que funcione, que cumpla con los horarios, con los programas, que se hagan los informes, que se inspeccione todo aquello que tiene que ver con que la cosa marche. Y parece que nadie puede lograrlo; cuesta creerlo. Hay que empezar porque las clases empiecen en hora, tengan clases todos los días y se cumplan los programas. Hablar de la educación del futuro si ni siquiera cumplimos lo básico, es muy difícil”.
Consideró que una parte de la respuesta “es implantar un sistema de calidad, hay que tomárselo en serio. En el mundo actual no se concibe que una organización no esté regida por normas de calidad, me refiero a las ISO 9000 o similares. Se contrata una consultora y se va para adelante”, dijo.
“Yo quiero saber cuántos de los que protestan, por ejemplo, contra las pruebas PISA, observaron alguna vez qué son. Es la prueba más inocente del mundo, de lenguaje, aritmética, geografía, historia, una prueba para comprobar el estado de la juventud a los 15 años. Se piensa que hay una conspiración atrás, es una cosa de locos”, evaluó.
“Está muy bien hecha, pero los que ven cucos allí son los que trancan. Lo que pasa es que tienen mucho miedo, porque lograr esas metas, aunque parezcan sencillas, para nuestro actual nivel es difícil. Deberíamos tener pruebas nacionales de ese tenor, ayudarían a medirnos mejor”.
Evidentemente Grompone, un profesional docente de izquierda pero con amplitud de criterios, tiene amplio conocimiento de la situación en nuestra enseñanza, y está en las antípodas de quienes pretenden descartar las pruebas PISA internacionales y hacer alguna “PISA del subdesarrollo”, menos exigente, con tal de no quedar mal en las comparaciones con otros países.
Es decir que en lugar de apostar a la calidad se apostaría a aceptar la mediocridad, en una forma de autocomplacencia que sólo sirve para seguir retrocediendo en educación respecto al mundo.
Es notorio el fracaso de la instrumentación de los acuerdos interpartidarios para la reforma de la educación, por la oposición de los gremios de docentes y también por falta de voluntad de las autoridades del sector, al punto que el presidente José Mujica bajó los brazos y reconoció que a las autoridades “no hay con qué entrarles”.
Es que como bien manifestaba Grompone, hay “cucos” para quienes temen salir mal parados en las comparaciones, “porque tienen mucho miedo” y trancan cualquier innovación que los amenace.
En su momento también hubo férrea oposición a la reforma de Germán Rama, que se pretendió presentar como “impuesta” desde afuera por el BID u otros organismos internacionales, y ahora se valora que se aprobaran las escuelas de tiempo completo, por ejemplo.
Pero ello se ha asumido al cabo de varios años y se ha perdido mucho tiempo en tratar de reponer el “parate” que se dio a esta mejora, tiempo que no se puede recuperar porque las generaciones pasan y la enseñanza de la que se les privó a los más desfavorecidos, difícilmente les podrá ser impartida luego de haber pasado la edad escolar.
Pero no existe voluntad política para convencer primero y luego enfrentar los criterios conservadores de las gremiales y quienes las representan en los organismos rectores de la enseñanza, que se sirven para imponer su voluntad de la Ley de Educación aprobada durante la Administración Vázquez. Ésta les aumentó las cuotas de poder y dejó a quienes sólo se interesan por su situación en condiciones de torpedear cualquier innovación que amenace con evaluar la gestión docente y los resultados, cuando esto debería ser el ABC en material de trabajo en un esquema educativo.
Es decir que mientras el mundo avanza en calidad, quienes ponen el palo en la rueda en la enseñanza siguen proclamando que calidad es elitismo, que ejercer la autoridad es represión y que capacitar para el trabajo es ceder ante el capitalismo opresor, lo que en buena medida explica porqué estamos como estamos y con pronóstico muy comprometido.


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