Opinion | 22 Sep La presencia en las últimas horas de directores de Ancap, incluyendo al presidente del organismo Raúl Sendic, en la Junta Departamental de Paysandú, para dar cuenta de los alcances de la inversión por 330 millones de dólares que se prevé en la zona de Nuevo Paysandú, es realmente un acontecimiento doblemente valedero, primero porque por primera vez se presenta oficialmente en nuestra ciudad el emprendimiento que plantea el ente para la zona, y por otro lado, porque implica un aporte revulsivo que mucho se necesita en nuestro departamento por el perfil de la inversión.
Además de un puerto específico para sacar la mayor parte de la producción de cemento y de alcoholes, así como para la descarga de carburantes, la iniciativa comprende la extensión y mejora de vías férreas hasta las calizas del Queguay, que es el suministro fundamental para la elaboración del cemento. También se instalará una fábrica de etanol carburante.
Es a todas luces un proyecto que hará circular cuantiosos recursos en la zona durante la construcción, y a la vez generará un efecto virtuoso en un área productiva, sobre todo en lo que refiere al abastecimiento de materia prima para el alcohol, lo que conlleva que buena parte de los recursos irán a la infraestructura de apoyo y creación de puestos directos e indirectos durante prácticamente todo el año.
Por lo demás, en el caso de ALUR hay una marcada diferencia entre el sesgo de la planta de alcoholes de Bella Unión y la de Paysandú, por cuanto en nuestro departamento el carburante será obtenido a partir del sorgo, una materia prima que se da muy bien en nuestra zona y de la que se tiene amplia experiencia, mientras que en el caso del norte el complejo sucroalcoholero depende de la caña de azúcar.
Pero como muy bien dijo Sendic, “lo importante es la consecuencia que van a tener estas inversiones para el país y la región”, teniendo en cuenta que el aumento de la producción de cemento permitirá abastecer desde Paysandú, con logística a tono con el desafío, tanto al país como a la región y que una escala tres veces mayor debería significar un abatimiento de los costos de producción.