Opinion | 23 Sep En el marco del Día Mundial sin Coches (World Carfree Day) varias ciudades del mundo se sumaron a la iniciativa de proponer a sus habitantes un día en el que los automotores no se utilizaran como medio de transporte con la finalidad de demostrar que, al menos hasta cierto punto, puede reducirse su uso.
En 1974 diversos gobiernos europeos ya tuvieron la idea de celebrar un día sin coches ante la “crisis del petróleo” en que estaban sumidos. La experiencia no volvió a repetirse hasta mediados de los años ochenta, por iniciativa de las organizaciones ecologistas.
El principal objetivo de este día es potenciar el transporte público como medio alternativo y concienciar a los ciudadanos de los efectos que los automóviles tienen sobre el medio ambiente. 
En algunos países la celebración se transforma directamente en una convocatoria a utilizar la bicicleta como medio de transporte. Son varias las ciudades latinoamericanas que en la víspera se plegaron a la convocatoria, que bien podría llevarse a cabo también en Uruguay asociándola no sólo a aspectos ambientales o filosóficos sino con la necesidad de realizar ejercicio para tener una mejor calidad de vida.
Si bien en Montevideo algunas organizaciones que impulsan el uso de bicicletas como medio de transporte convocaron a una actividad, en el Interior no hubo propuestas, incluido Paysandú.
Sin embargo, en esta jornada de inicio de la primavera, cientos de personas en todo el país salieron a “dar pedal” como parte de una rutina diaria de ejercicio o simplemente disfrutar de otra forma un espléndido día de sol.
Andar en bicicleta es también un hábito saludable para muchos sanduceros pero se carece aquí de infraestructura adecuada y segura para la práctica de este ejercicio. No hay nada previsto para la costa del río, que al menos durante el “día sin automóviles” pudo haberse habilitado sólo para bicicletas, para el disfrute en dos ruedas de toda la familia, habida cuenta que ya es un lugar elegido por excelencia para pasear.
Sería entonces muy bueno contar con ciclovías en la ciudad, y en ese sentido la Intendencia anunció que construiría una en paralelo a la Ruta 90. No caben dudas que la gente se ha “apropiado” del tramo desde el Trébol hasta pueblo Esperanza, para la recreación y el ejercicio físico y éste es un nuevo uso no contemplado para la ruta en el momento de su diseño y construcción, por lo cual la ciclovía propuesta debería ser construida sin demoras.