Paysandú, Miércoles 26 de Septiembre de 2012
Opinion | 26 Sep Los recientes anuncios de inversiones por unos 330 millones de dólares de Ancap en Paysandú en los próximos años, sobre todo a partir de emprendimientos productivos con materia prima de la zona y la consecuente necesidad de infraestructura, como el puerto del ente en Nuevo Paysandú y la extensión de la red férrea hacia los yacimientos de calizas, son un buen augurio para la región, desde que toda inversión conlleva el reciclaje de recursos, contratación de mano de obra temporal y/o permanente y a la vez implica siempre derramar riqueza sobre el área circundante.
En este caso, además de la inversión directa para triplicar la producción de cemento portland y elaborar etanol carburante para la mezcla con naftas, es indudable que habrá contratación de mano de obra local, lo que implicará nuevos salarios que se volcarán a la plaza, además de compras de materiales e insumos y dotación y mantenimiento de infraestructura con soporte local.
Es cierto, además, que tenemos por un lado la planta de etanol que estará gestionada por ALUR, una subsidiaria de Ancap que opera bajo el derecho privado y que por lo tanto debería funcionar con menos burocracia y más productividad que el ente del Estado, en tanto en el caso de la cementera debería remontar las pérdidas que está ocasionando por su obsolescencia y al hecho de que tiene mayores costos para producir que la competencia privada.
La mayor producción e innovación tecnológica de la planta ampliada por lo tanto sería un plus que permitiría nivelar los costos con los privados, y sobre todo volcar los excedentes para la exportación con una salida por vía fluvial desde su propio puerto y eventualmente desde el puerto de la ciudad de Paysandú, de ser necesario, en tanto la planta de etanol sumará su producción a la que ya tiene previsto ALUR en Bella Unión. A la vez a la planta de biodiesel a instalar en Capurro se sumará a la de Paso de la Arena, en lo que refiere a la producción de biocombustibles. Este aspecto precisamente responde a un área estratégica para el país, desde que el Uruguay importa el cien por ciento del petróleo que consume, y durante décadas se hizo poco y nada en cuanto a intentar sustituir parcialmente estas importaciones por biocombustibles de origen nacional y naturalmente renovables, teniendo en cuenta las ventajas comparativas de nuestro país para cultivos a partir de los que se obtienen etanol y biodiesel, en tanto en países europeos es notorio que se destinan fuertes sumas a subsidiar la producción en esta área.
En los últimos años este escenario ha comenzado a revertirse, y lentamente los biocombustibles han comenzado a cobrar protagonismo en la matriz energética nacional, y según un estudio de El Observador, ya para 2014 la producción de estos energéticos repercutirá en una merma en las compras al exterior de crudo y gasoil por unos 170 millones de dólares.
Se espera que para fines de este año la producción acumulada de biodiesel y etanol llegará a los 48 y 44 millones de litros respectivamente, lo que significará un ahorro de unos 65 millones de dólares en la importación de petróleo y derivados, de acuerdo a la estimación del director ejecutivo de ALUR, Leonardo De León.
Actualmente está en plena obra civil la planta de biodiesel en Capurro, que agregará 55 millones de litros a partir de 2013, para llegar a los 76 millones de litros de biodiesel en 2014, y con la planta de alcohol de Nuevo Paysandú, que requerirá una inversión de unos 147 millones de dólares para los que se busca financiación y para lo cual ya se tiene la garantía de Ancap, se pasará a cuadruplicar la producción de etanol, al llegar a los 70 millones de litros al año y a un total de 95 millones
Lo realmente importante de esta última planta, por cierto, es que se hará a partir de sorgo de la zona de Paysandú y Río Negro, es decir una materia prima que funciona muy bien en esta región, en lugar de la caña de azúcar de muy magro rendimiento de la zona de Bella Unión.
En cambio, la planta sanducera de ALUR procesará la producción de unas 50.000 hectáreas de granos de la región cercana, la mayoría de sorgo pero también de maíz, trigo y cebada, lo que significará un aporte revulsivo para el esquema productivo agrícola. Ello da la pauta de la importancia de la elaboración de biocombustibles, por un lado al sustituir parcialmente la compra de petróleo por el uso de recursos renovables y amigables con el medio ambiente, y por otro para reciclar recursos que de otra forma se irían a engrosar la factura petrolera sin ningún provecho para el país, y es en este contexto que debe evaluarse el valor multiplicador que sin dudas tendrá la inversión a volcarse en Paysandú.
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