Paysandú, Jueves 27 de Septiembre de 2012
Opinion | 23 Sep Las reflexiones sobre el “puto poder” y la posibilidad de crear un “partido de Montevideo” formuladas por uno de los más destacados integrantes del Poder Ejecutivo sorprendieron especialmente, sin dudas, a los dirigentes políticos, especialmente del Frente Amplio.
En la red social Twitter, el secretario de la Presidencia de la República, Alberto Breccia, expresó: “¿Y si un día lográsemos que la lucha por el “puto” poder no nos condicionase más el accionar político?” Y agregó: “¿Y si probamos en esa gema preciosa que es Montevideo y hacemos ‘causa común’ y no jodemos más discutiendo quién sino cómo?”
Ante el lógico interés mediático provocado por estas expresiones, Breccia estableció: “El partido de Montevideo que propuse lo puse entre comillas –partido con minúscula, Montevideo con mayúscula, lógicamente, por ser el nombre de la ciudad--, no estoy proponiendo la creación institucional de un partido para ser inscripto en la Corte Electoral ni nada que se le parezca. Estoy hablando de que se junten los partidos políticos con sus técnicos, los trabajadores y los vecinos, porque me da la impresión de que lo que tiene Montevideo en este momento, como quizás gran parte de la sociedad uruguaya, es una crisis de enamoramiento”.
Por encima de cualquier consideración político partidaria, resulta particularmente interesante apreciar que un líder de partido gobernante se da cuenta de que el país, sus dirigentes, están muy negativos, buscando lo malo del adversario para “dar palos” y lo que es peor, procurando que al rival le vaya mal.
En definitiva se observa que la prioridad no es la comunidad, el país, sino el partido, y por lo tanto los otros pasan a ser enemigos a los que sólo les cabe la crítica destructiva; no se los puede ayudar ni apoyarlos, ni siquiera cuando se trata de cosas que nos benefician a todos.
Y esto indefectiblemente termina haciendo carne en la sociedad y produce una segmentación donde prevalece el odio extremo hacia el que lamentablemente vemos avanzar a naciones hermanas a causa de un uso inescrupuloso del poder conferido por la ciudadanía y donde los ciudadanos son “buenos” y “malos” según la visión de quienes creen ser dueños de la verdad.
Estas apreciaciones nos llevan a considerar cuál es la realidad en nuestro país en general y de Paysandú en particular, en estos temas que son sin duda determinantes para la buena marcha del progreso humano y material de la sociedad. Al respecto, es fácil percibir que todo lo que se hace, se dice o simplemente sucede por aquí inmediatamente pasa a ser denostado o idealizado según de qué lado parece haber surgido, sin importar si sirve, o si en el mensaje hay algo de razón, o no. “El otro” no puede ser amigo porque piensa distinto. En Montevideo, donde hace ya años este maniqueísmo domina en la sociedad --mucho más que en el Interior--, se llega al extremo que algunos vecinos hacen todo lo posible para que la ciudad se vea más fea, por ejemplo desparramando residuos en espacios públicos adrede, olvidándose que es la ciudad en la que ellos viven, y por lo tanto, el perjuicio también los toca.
En tanto que en Paysandú mientras en algunos aspectos se han marcado hechos importantes y alentadores, en otros consideramos que ha habido actitudes que poco aportan a la convivencia en armonía.
Veamos: se han integrado grupos de trabajo para encarar distintos objetivos. En todos los casos han sido convocados a integrarlos ciudadanos de todos los partidos políticos, militantes o no, así como de distintos credos o filosofías.
Estamos hablando de comisiones como la de Purificación, que fuera formada por iniciativa ciudadana por fuera del ámbito municipal y que luego sumara el respaldo incondicional de la Intendencia. Los recientes hechos, que merecieron la máxima cobertura de todos los medios de difusión locales y regionales, nos exime de abundar en detalles de los éxitos de este grupo completamente apolítico.
Un caso similar aparece con la Comisión de Amigos del Teatro Florencio Sánchez que mientras cumple el proceso para transformarse en fundación ha llevado adelante innúmeras acciones a favor de concretar algo que es anhelo de todos los sanduceros: la recuperación de nuestro magnífico coliseo cultural.
En esa misma línea de trabajo conjunto ha comenzado a funcionar el denominado Grupo Dinamizador de la Costa y, aunque se han producido situaciones particulares determinadas por decisiones políticas, se encaran planes y obras para una zona que no sólo es emblemática de la ciudad sino que en los hechos es apreciada y disfrutada por la totalidad de los sanduceros y muchos, muchísimos visitantes. La intención de este grupo es seguir trabajando por un Paysandú mejor desde este espacio que todos sentimos como propio, para que exista una continuidad en las obras y planes que trascienda las administraciones municipales de turno, sin banderías políticas.
En definitiva, los planteos del secretario de la Presidencia de la República formulados a título personal, resultan de interés y dignos de ser considerados siendo de destacar que en Paysandú existen embriones de que pueden llegar a ser fórmulas adecuadas para llevar a la práctica las acciones conjuntas destinadas a servir a la comunidad sin excepciones.
No es fácil, pero qué maravilloso sería olvidar el “puto poder” y poner en funcionamiento pleno el “partido de Paysandú”.
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