Paysandú, Jueves 27 de Septiembre de 2012
Opinion | 24 Sep Desde hace décadas, aunque con algún enlentecimiento en los últimos años –pese a que el poco confiable censo realizado entre setiembre y diciembre de 2011 diga que se ha acentuado notablemente– nuestros campos se van despoblando. Obviamente hay un abismo entre el escenario que teníamos en el interior rural a principios del Siglo XX y la realidad de hoy, en que ya hay pueblos prácticamente fantasma en nuestra campaña, con casas vacías y taperas en los campos y escuelas rurales con muy pocos alumnos, como elementos irrefutables de este proceso.
Como hemos señalado en más de una oportunidad desde esta página, hay varios factores que han coadyuvado para este fenómeno, que por supuesto no es exclusivamente uruguayo sino de carácter mundial.
Cada país o región ha tratado de revertir o detener el proceso mediante una serie de medidas. Por ejemplo en Europa, al amparo de economías poderosas –actualmente no tanto, por cierto-- se han volcado cuantiosos recursos en subsidios a productores y extensión de servicios al medio rural, a fin de retener la población; pero no siempre con éxito.
Entre otros aspectos, la diferencia radica en el tipo de explotación que se encara, en naciones donde el recurso tierra es muy escaso, hay alta densidad de población y la avanzada tecnología a la vez habilita que las jornadas sean menos duras y se ofrezcan en el propio medio oportunidades que por ejemplo no existen en Uruguay.
De ahí la necesidad de que se instrumenten políticas concretas para retener a los pobladores del interior profundo, los que siguiendo esta tendencia primero se van a las localidades cercanas y luego desde éstas se registra el éxodo hacia las capitales departamentales, cuando no a la misma Montevideo. No hace mucho se aprobó y se puso en vigencia en nuestro país la denominada Ley de Repoblamiento de la Campaña, que contiene elementos interesantes –pero naturalmente insuficientes-- para retener a la población rural, que según el último censo desde 2005 a la fecha ha caído a la mitad en Paysandú. Aunque de acuerdo a lo que perciben quienes están en diario contacto con el interior rural, tales datos están muy lejos de la realidad, desde que si hubo algún descenso en ese período, ha sido mínimo y no de la magnitud que surge del relevamiento del Instituto Nacional de Estadística.
Y por mejor intención que se tenga, no solo a través de leyes se puede hacer que no emigre la población del interior profundo, sino que estamos ante una problemática y una causalidad muy diversa, sobre todo porque muchos jóvenes no encuentran atractivo quedarse en el campo, pese a que sucesivas generaciones de sus familias tienen sentido de pertenencia a determinado lugar.
En este contexto debemos evaluar la propuesta que promueve el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, a través de su titular, Tabaré Aguerre, en el sentido de llevar adelante este 29 de setiembre en Paysandú el seminario “Hacia una política de apoyo al relevo generacional”.
De acuerdo a lo manifestado por el secretario de Estado, el objetivo del seminario-taller es el incorporar en las agendas pública y privada el debate acerca de la radicación de personas en zonas rurales y planteó que es importante analizar los instrumentos que aportan las instituciones públicas y privadas, además de generar intercambios entre técnicos, productores y jóvenes para elaborar un documento que recoja alternativas para abordar esta situación.
Aguerre destacó que participarán cuatro especialistas, así como familias oriundas de localidades rurales con el objetivo de compartir vivencias, estimando que los desafíos que enfrenta la agricultura familiar en Uruguay, en el relevo generacional, son el aprovechamiento de las oportunidades agrícolas, el cuidado del medio ambiente, la construcción de un modelo sustentable, la intensificación de la matriz de producción y la mejora de los indicadores de desarrollo humano.
“Nos interesa que la gente se quede en el campo, pero no atada a una cadena y a un palo mirando como el desarrollo pasa por la carretera, sino porque en el campo encuentre la realización personal, la felicidad y la oportunidad de satisfacer las necesidades que el mundo moderno genera”, expuso el titular del MGAP.
Lo que es el quid del asunto, precisamente, y ello requiere de respuestas en una diversidad de áreas desde el propio Estado, en cuanto a la provisión de servicios fundamentales, pero a la vez de promover polos de desarrollo, a partir de complejos agroindustriales, como es el caso típico de la madera y los cítricos en Paysandú, además de promover emprendimientos asociativos y revalorizar las actividades sociales en el medio rural, como factores de gran incidencia en la mejora de calidad de vida y generación de las oportunidades que hoy no encuentran nuestros jóvenes del interior profundo.
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