Paysandú, Domingo 30 de Septiembre de 2012
Opinion | 25 Sep En pocos días comenzará la cosecha de arándanos en el norte del país, más precisamente en los departamentos de Paysandú y Salto, donde se produce el 80 por ciento de esta fruta en el Uruguay, que en más de un noventa por ciento tiene destino de exportación, y se ha constituido en los últimos años en uno de los rubros no tradicionales de mayor desarrollo en el país.
En diálogo con EL TELEGRAFO, el gerente de la empresa productora Midgold, que tiene más de cien hectáreas implantadas en la zona de Chapicuy, destacó que a principios de la zafra el mercado se muestra “interesante”, por la demanda y los valores que se presentan, aún teniendo en cuenta la incertidumbre del mercado internacional a partir de la crisis europea y todavía signos de debilidad en la economía de Estados Unidos.
El Ing. Agr. Horacio Ozer Amí, quien también es presidente de la Unión de Productores y Exportadores Frutícolas del Uruguay (Upefruy), evaluó que el volumen que se espera en 2012 será similar al del año pasado, pero a partir del mantenimiento de la producción en el norte y una caída significativa en el sur, donde han desaparecido varios productores de esta baya, tras haber sido los iniciadores en su momento de esta producción en el Uruguay.
Ocurre que los arándanos, de consumo tradicional en el Hemisferio Norte, pero prácticamente desconocidos en nuestro medio, solo tienen valor cuando se exportan en contraestación, es decir cuando la producción de arándanos en esos países ha desaparecido de las góndolas y se pagan muy buenos precios por la importada.
Claro que la producción en contraestación no fue inventada en el Uruguay ni nada que se parezca, sino que desde hace ya mucho tiempo Chile y Argentina están en el mismo negocio, y tienen destinadas a este rubro crecientes áreas para entrar en el tiempo requerido a los mercados de Europa, Estados Unidos y Asia donde se requiere la fruta.
Ergo, el momento en que se cuenta con el arándano disponible para exportar es clave en la ecuación económica de los productores de nuestro medio, por cuanto es cuando se pagan los mejores precios, los que van decayendo cuando aparece el grueso de la producción del Hemisferio Sur, fundamentalmente de Chile y Argentina.
El hecho de que haya mermado la producción en el sur del Uruguay obedece a que hay creciente desaliento de los productores de estas zonas porque allí los arándanos maduran tardíamente, y cuando ellos tienen la fruta pronta para colocar ya está ingresando la de los países vecinos, con los precios ya deprimidos.
Otra cosa ocurre en el norte del río Negro, donde las temperaturas más cálidas favorecen la producción temprana, y por tanto acceden a los mercados prácticamente con producción de primor y por ende recibiendo los mejores valores en la operativa de contraestación.
Por lo tanto, en el sur de nuestro país la producción de arándanos ya no es tan redituable como antes e incluso en algunos casos se ha trabajado prácticamente a pérdida, porque cuando se traducen los dólares y los euros a pesos a veces ni siquiera se empatan los costos de producir, y ello no solo es consecuencia de la competencia de los mercados, sino de los problemas internos del Uruguay.
Queda en cambio solo en el norte del río Negro el área en que la baya tiene los mejores rendimientos y se mantiene en condiciones de competir, aunque las condiciones de la ecuación económica se van deteriorando, como viene ocurriendo además desde hace años con los cítricos.
Ozer Amí reconoció en este sentido que lo que más preocupa al sector “es el costo operativo, de mantenimiento de los campos, y los costos de cosechas, que se han incrementado en los últimos años, lo que solo se puede compensar con un aumento de la productividad”, lo que es muy cierto, pero solo hasta determinado nivel y siempre a costa de una mayor inversión, generalmente, para mejorar la tecnología utilizada y la logística, en tanto han aumentado los salarios medidos en dólares y a la vez lo mismo ocurre con la energía y otros insumos, ante una inflación significativa, además.
Asimismo, en los cítricos, como hemos señalado más de una vez en esta página editorial, la producción “está muy castigada después de la inestabilidad climática de la semana y el incremento de los costos”, señaló Ozer Amí, por causas similares por lo tanto a la problemática de los arándanos y a otras producciones que sufren en carne propia el denominado “costo país”.
Ello indica que las respuestas ante un escenario en degradación no pueden solo provenir de las empresas afectadas, y que aún los “grandes negocios” que siempre parece que pueden soportar más cargas económicas --como es el caso de los arándanos, que hace unos años se presentaba como un negocio extraordinario en ganancias e inversiones-- terminan sucumbiendo ante la realidad. El Estado debe darse cuenta que no puede seguir “tirando infinitamente de la piolita”, porque en algún momento ésta termina cortándose, y cuando eso ocurre no hay ocupaciones, rescates ni cooperativas de trabajadores que logren recomponer la trama social que se desintegra.
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