Paysandú, Domingo 07 de Octubre de 2012
Opinion | 01 Oct En varias capitales europeas se realizaron en las últimas horas manifestaciones de protesta contra las medidas de austeridad, como es el caso de Madrid, Lisboa, Varsovia y Berlín, en tanto en España miles de personas se congregaron en la Plaza de Neptuno de Madrid en el marco de la iniciativa Rodea el Congreso, gritando consignas como “dimisión”, “lo llaman democracia y no lo es”.
La multitud exigió el despido de los funcionarios del gobierno de Mariano Rajoy después del inicio de la convocatoria, y en Portugal miles de personas desfilaron desde la Plaza de los Restauradores hasta la de Comercio, que estaba abarrotada y en la que estimaron que caben unas 100.000 personas, exigiendo al Ejecutivo el fin de la política de austeridad.
A la vez, en Varsovia unas 50.000 personas --según los organizadores-- manifestaron para protestar contra las reformas económicas emprendidas por el gobierno polaco, entre ellas la de elevar la edad de jubilación hasta los 67 años y frente a las “políticas contra los católicos”, que dicen sentirse discriminados.
Muchos de los congregados protestaron por las medidas de austeridad y reformas diseñadas por el gobierno polaco para garantizar la estabilidad financiera del país, que afectará especialmente a las pensiones y a la edad de jubilación.
También en Alemania, miles de ciudadanos salieron a la calle en 40 ciudades para protestar por la creciente brecha social y reclamar una redistribución de la riqueza, y en Bruselas unos 150 “indignados”, según datos de la Policía belga, se concentraron también el sábado en el centro de la ciudad para protestar contra la gestión de la crisis por los líderes europeos y para apoyar las movilizaciones que han tenido lugar en España y a lo largo de varios países europeos.
Es que la crisis europea, que fue consecuencia del contagio en 2008 del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, continúa proyectando un panorama de incertidumbre mundial porque los acontecimientos imprevistos e inquietantes se siguen sucediendo. Por ejemplo, una restricción de la demanda en el Hemisferio Norte significa menor demanda en los mercados de materias primas, afecta por ejemplo a los grandes proveedores como China e India y también conlleva incertidumbre para productores de materias primas como Uruguay y otras naciones de la región, con las respectivas connotaciones internas y problemas de cada país para hacer frente a este escenario. En gran medida se están pagando las consecuencias de que naciones europeas como Grecia, España, Italia, Irlanda, Portugal, entre otras, han gastado por encima de sus posibilidades y para ello se han endeudado más allá de toda sensatez. Tras el rescate financiero de Grecia, igualmente los helénicos siguen complicados, por cuanto su débil economía sustentada en el turismo no está en condiciones de recomponerse en el corto plazo ni nada que se parezca, y las consecuencias en la trama social están resultando traumáticas, con desempleo, pérdida de poder adquisitivo y un ajuste de la economía apuntando a situar al país en la realidad de sus posibilidades económicas.
También el Banco Central Europeo debió rescatar a los bancos españoles para tratar de obrar como elemento preventivo de la crisis, pero cuando ya el desempleo está en casi el 25 por ciento, con uno de cada cuatro españoles desocupado total o parcialmente y recesión persistente.
En Italia el ajuste implica el ahorro de unos 26.000 millones de euros (unos 32.000 millones de dólares) en los próximos tres años, a fuerza de recortes que golpearán a muchos y que fueron anunciados por el primer ministro y también titular de Economía Mario Monti.
En Francia, el presidente Francois Hollande, quien al principio intentó evitar costos políticos al influjo de la vieja receta de “patear la pelota para adelante”, a la espera del milagro de seguir viviendo en un mundo de fantasía gastando más de lo que ingresa, decidió recientemente no embarcarse en este camino y resolvió bajar drásticamente el déficit fiscal, mediante un aumento de los impuestos y un fuerte recorte del gasto público, apelando por lo tanto a recetas ortodoxas y dejando de lado lo que había anunciado en la campaña electoral que lo llevó al gobierno.
Es que la realidad no puede construirse de castillos en el aire, y cuando se ingresa en esta calesita, se llega a las situaciones de alto costo social que enfrentan Italia, España y Grecia, como ha sido también el caso de naciones latinoamericanas que en su momento creyeron en la calesita eterna, como si alguna vez no hubiera que pagar la fiesta de gastar por encima de lo que se puede, que es lo que ha traído estos lodos, y sobre lo que deberíamos tener ya la lección suficientemente aprendida por estas latitudes.
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