Paysandú, Domingo 07 de Octubre de 2012
Opinion | 03 Oct Un hecho de pública notoriedad, como la matanza masiva de perros en la zona Este de la ciudad pone sobre la mesa de discusión varios temas, en especial el de la tenencia responsable.
Se trata de una conducta censurable desde todo punto de vista que pone en riesgo la vida de perros y otros animales domésticos, e incluso, niños pequeños que eventualmente pudieran manipular esos alimentos envenenados.
La pérdida de una mascota en estas condiciones es, sin duda, un motivo de congoja para las familias. Sin embargo, debemos preguntarnos si este tipo de acciones no tendrían mucho menor impacto si los dueños ejercieran una tenencia responsable de sus animales, alimentándolos y cuidándolos.
Un perro en la calle es un problema y un peligro en la vía pública: ensucia, rompe bolsas, hace caer a motociclistas, entra en los areneros donde juegan los niños en las plazas constituyendo sus deposiciones un peligro para la salud o, incluso, muerde a alguien. ¿La culpa es del animal? No, es de su dueño.
Uruguay cuenta con una ley de tenencia responsable, la 18.471, que en su artículo 12º prohíbe expresamente maltrato o lesionar a los animales. No obstante, la ley también fija responsabilidades y deberes. Por ejemplo, el artículo 9º dice que todo tenedor de un animal debe ser responsable de mantenerlo en condiciones físicas y sanitarias adecuadas, proporcionándole alojamiento, alimento y abrigo en condiciones adecuadas según su especie, no abandonarlo ni dejarlo suelto en lugares públicos de libre acceso, excepto en los autorizados a tales fines y observar las normas sanitarias y legales destinadas al paseo, manejo y tenencia responsable de los mismos.
Además, tiene la obligación de velar para que la presencia del animal no signifique perjuicio o deterioro del medio ambiente. En particular impedir su acceso a los espacios de recreación infantil, a los residuos domiciliarios y evitar la permanencia de sus materias fecales en la vía pública.
Los últimos hechos acaecidos demuestran que casi todo eso es letra muerta porque quien quiere matar, lo hace indiscriminadamente y, por otro lado, al menos cientos de dueños de perros de nuestra ciudad tampoco cumplen con sus deberes como propietarios de mascotas.
Evidentemente el problema no es de los perros, sino las personas que no ejercen hacia el resto de la sociedad las conductas responsables que generalmente desean para sí mismos. Esa hipocresía es también una práctica que daña la convivencia, tanto como la matanza que ha dado que hablar en los últimos días.
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