Paysandú, Lunes 08 de Octubre de 2012

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 07 Oct José Batlle y Ordoñez (1856-1929), constructor del Uruguay moderno
La obra de Batlle y en particular su segunda presidencia (1911-1915) constituye a no dudarlo, el período más fecundo y progresista de toda la historia nacional.
Un breve resumen nos pondrá al tanto de ello. Debemos acotar que al asumir Batlle la presidencia en marzo de 1903, logrará poner fin a las guerras civiles que el país padeció durante el transcurso de casi todo el siglo XIX. La última finalizada en 1904 con la muerte del caudillo Aparicio Saravia y el posterior rendimiento de las fuerzas revolucionarias. El país todo era hasta ese momento escenario de anarquía, desorden y atraso hasta lamentable. Tras la epopeya artiguista y la obtención de la independencia (Convención Preliminar mediante), la situación general era por demás pésima. Sin duda el único aspecto verdaderamente destacado lo constituye la reforma educativa impulsada contra viento y manera por ese hombre superior que fue José Pedro Varela.
Las elecciones del año 1903 resultaron harto complicadas, en virtud de que como regía la Constitución de 1820 y el Partido Nacional estaba en minoría en el Legislativo, pedía optar por el candidato colorado más accesible a sus intereses. Saravia prefería al Dr. Juan Carlos Blanco, hombre de suma cultura que contaba con el apoyo de la clase elitista del partido, espíritu conciliador y de ideas claramente conservadoras. Estaba también el señor Eduardo Mac Eachen hombre ya veterano y muy rico quien no mostraba mayor interés por el cargo, a tal punto que manifestó que por la presidencia no daría “ni un paso, ni un peso”. El tercer candidato era Batlle y Ordoñez, que contaba con gran apoyo popular y ya empezaba a mostrar un claro perfil de lo que sería en el futuro. Saravia decía, por blanco o por Mac Eachen, nunca por Batlle.
Afortunadamente triunfó Batlle y de ahí en más toma las riendas del poder, comienza a labrar su obra: abolición de la pena de muerte, retiro de los símbolos de la iglesia católica, de los hospitales y lugares públicos, ley de ocho horas de trabajo, ley de la silla, prevención de accidentes de trabajo, indemnizaciones por despidos, pensiones a la vejez, nacionalización de diversas empresas estratégicas (Banco Hipotecario, Telégrafos, Teléfonos y Correos), creó monopolios del estado (UTE, AFE, Instituto de Pesca, Banco de Seguros) y estatizó por completo el Banco de la República. Aumentó los impuestos a la propiedad de la tierra, llevó adelante la separación de la Iglesia y el Estado, divorcio por sola voluntad de la mujer, igualdad de derechos entre hijos legítimos e ilegítimos, prohibió las corridas de toros y riñas de gallos.
La educación fue otra de sus grandes preocupaciones: creó el instituto femenino de nivel universitario, que hoy día lleva su nombre y fomentó la creación de liceos en todo el país. Se otorgaron becas para que artistas y científicos estudiaran en Europa.
En su país modelo Batlle defendió un capitalismo avanzado, en que el Estado actuaba como moderador y equilibrador de desigualdades, con el objetivo de que los ricos sean menos ricos, para que los pobres sean menos pobres. El 4 de marzo de 1913 a través del diario El Día, publicó sus “apuntes” para establecer un régimen colectivo de gobierno, tal como había conservado en suiza durante su estancia en Europa. Esto provocó serias resistencias, aún dentro de sus propias filas. En realidad el objetivo buscado era evitar cualquier tipo de dictaduras como el país había padecido en el pasado. Defendió el derecho a huelga, como fiel protector de la clase trabajadora.
En fin esto es en apretada síntesis contar parte de su obra, sin olvidar que estando en Europa, en la ciudad de Amsterdam, tratándose temas relativos a la Paz Mundial, Batlle expuso sus argumentos, que más adelante serían recogidas por el presidente de EE.UU. Woodrow Wilson en sus célebres 14 puntos, que dieron lugar a la creación de la sociedad de naciones.
Eso fue Batlle y Ordoñez; cuando falleció el 20 de octubre de 1929, se le rindieron múltiples homenajes. Fue velado en el diario El Día y en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, cuya construcción el había puesto en marcha durante su primera presidencia. La muerte de Batlle tuvo grandes repercusiones en el exterior. La Nación de Buenos Aires al otro día de su muerte editorializaba: “Indudablemente ha desaparecido ayer una figura de esas que difícilmente se repetirán en estas Repúblicas Sudamericanas; figura que fue todo carácter para imponer sus ideales, abnegación para sacrificios propios, en aras del ideal común y entereza para afrontar los reveses de la fortuna. Aquí se está haciendo referencia fundamentalmente a que Batlle y su esposa Matilde Pacheco, sufrieron la tragedia de perder a sus dos hijas mujeres, Analía Ana de dos años y Ana Analía de 18 años, víctima ésta de una tuberculosis.
José Ortega y Gasset lo llamó el más grande estadIsta de Latinoamérica. Huelga decir que muchas fueron las personalidades que se manifestaron en términos similares en la oportunidad.
El diario nacionalista “El País” en su enciclopedia publicada el pasado año finaliza la biografía de Batlle diciendo textualmente lo siguiente: “Pepe Batlle y Ordoñez marcó para siempre la mentalidad de la mayoría de los uruguayos y su obra reformista, que no está más allá de la polémica, representa un ayer que se evoca con tintes de paraíso perdido”.
Fue un rudo luchador que concibió la vida como un continuo coraje y en su devenir se ganó profundas enemistades, ellas se compensaban ampliamente por el cariño y la devoción que le demostraron siempre las masas populares, en especial las urbanas, de las que fue paladín hasta el último aliento. Es difícil encontrar en la historia de Uruguay, una personalidad de tanto peso y de tan indiscutible importancia.
Creemos que Paysandú todo y este es el objeto principal de estas líneas, le debe un homenaje recordatorio ya que actualmente sólo existe un monumento, obra de un particular muy mal ubicado y un pequeño tramo de la costanera que no le hacen Justicia. El Sr. Intendente, la Junta Departamental y las fuerzas vivas del departamento tienen la palabra. Juan Carlos Demichelis


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