Opinion | 07 Oct “Los grandes cambios pueden comenzar con pequeñas obras. Amigar al peatón con su ciudad es el objetivo. Y, por suerte, avanza”.
El recuadro que transcribimos está firmado por el editor de la sección Buenos Aires del diario porteño La Nación del 28 de setiembre último y es parte de un artículo titulado “Suman más cuadras peatonales al microcentro” y que comienza indicando que “El plan para restringir la circulación de autos en el microcentro avanza sin pausa. Esta vez el turno de cambiar de fisonomía le tocó a la calle Juan Domingo Perón, que tendrá un tránsito restringido --70% para los peatones y 30% para autos y ciclovías-- entre las avenidas Roque Sáenz Peña y Leandro N. Alem”.
Luego, el prestigioso periódico publica una nota firmada por Luis Moreira titulada “Una forma de ponerse a tono con los tiempos”. En el citado artículo, el redactor expresa: “Y un buen día los porteños se despertaron con una calle peatonal. Corría junio de 1971 cuando Florida pasó a tener el privilegio de la exclusividad de caminantes sobre sus baldosones.” (…) “No es posible comparar aquella realidad con la de hoy, aunque en el fondo el argumento subyacente es el mismo: modernizar la ciudad. Hacerla, en definitiva, más amigable para los que la sufren todos los días. Menos contaminación sonora y menos autos en un área de la ciudad en la que, desde que Buenos Aires es lo que es, se probó y se intentó de todo”. (…) “Pero, pese a todo, pensar y actuar para darle más lugar al peatón en la ciudad significa ponerse a tono con los tiempos. Y no es poco”, finaliza diciendo.
Y resulta evidente que antes de finalizar la lectura de la información de marras la relacionamos inmediatamente con la situación actual del centro de la ciudad de Paysandú con una obra que parece estar muy cerca de quedar terminada. Dejando en claro que no pretendemos poner en un mismo plano de comparación a la gigantesca Buenos Aires con nuestra Paysandú.
Pero, más allá de la enorme diferencia de las dimensiones, encontramos que los motivos y los métodos deben coincidir, es decir que si deseamos “amigar” la ciudad con el peatón debemos rediseñarla apuntando hacia ese objetivo. Y es por esto que nos encontramos con una realidad que debemos aceptar pero también con medidas que bien podemos adoptar en esa tarea de mejorar la relación del peatón, que en definitiva lo somos todos, con la ciudad.
Veamos: si consideramos 18 de Julio como está quedando, si vemos los tramos donde ya los vehículos pueden circular llegamos inmediatamente a la conclusión de que resulta imposible permitir el estacionamiento permanente de vehículos en los reducidos espacios que aparentemente serían destinados a ese fin. Seamos claros, en estos lugares en que las obras actuales lo permiten en las primeras horas de la mañana no queda ya un lugar para ubicarse lo que quiere decir que serán “cuatro” madrugadores quienes utilizarán el lugar pero --y esto es realmente así--, pruebe usted conducir su automóvil, del tamaño que sea, en doble fila y con vehículos estacionados en ambos lados y experimentará inmediatamente el significado de la palabra claustrofobia y no pregunte qué pasa si se instala a su lado una de esas “monstruosas” camionetas que cada vez aparecen en mayor número por las calles sanduceras.
La conclusión es absolutamente lógica e imprescindible: no debe permitirse estacionamiento permanente a ninguna hora en el tramo semipeatonal de 18 de Julio, por lo menos desde Zorrilla de San Martín hasta Treinta y Tres Orientales, por las características de la obra. Sólo puede permitirse el estacionamiento transitorio por unos pocos minutos para el ascenso y descenso de pasajeros de vehículos particulares o taxis y similares. También debería establecerse un horario adecuado para que puedan ingresar y permanecer por un tiempo acotado los vehículos de abastecimiento de los comercios del la zona. Mientras tanto, el estacionamiento tarifado debe mudarse a las calles paralelas a la principal.
Una simple disposición municipal en ese sentido y un estricto control del cumplimiento de la misma serían de efectividad para mejorar sensiblemente el funcionamiento de la renovada arteria.
Por otra parte, las copiosas lluvias caídas recientemente han causado preocupación pues se ha visto que el caudal que se vierte sobre Leandro Gómez y Florida ha aumentado mientras que en algunas transversales, especialmente Montevideo, algunos tramos importantes de aceras resultaron anegados. Al respecto no es conveniente sacar conclusiones apresuradas pues debe tenerse en cuenta que se está en obra y por lo tanto no sólo hay materiales depositados que actúan como barrera de contención sino que a la vez hay desagües aún no conectados. Por otra parte, Paysandú tiene ya graves problemas para evacuar los pluviales no sólo en la zona céntrica, por lo que a futuro habrá de estudiarse una solución de fondo para la ciudad.
En definitiva, estimamos que con revisar algunas disposiciones se puede lograr una arteria mucho más amiga del peatón y a la vez más práctica y atrayente para todos.