Paysandú, Jueves 11 de Octubre de 2012
Opinion | 08 Oct Dando cuenta de la pérdida de competitividad sistemática de la producción nacional, sobre todo en el área industrial, empresarios del sector advirtieron que cuando la industria comienza a tener problemas en Uruguay, o en cualquier parte del mundo, “es sinónimo de que ese país tendrá problemas a corto o mediano plazo”, y este es precisamente el escenario ante el que nos encontramos desde hace bastante tiempo, sin reversión en la tendencia.
El presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), Washington Burghi, destacó en este sentido que naturalmente la industria es una parte importante de la economía, pero no el único pilar, al aclarar que “esto no es como la discusión de hace décadas, sobre si es un país agropecuario o un país industrial. Hoy el mundo sobrevive por lo menos con tres patas: la industria, el agro y los servicios”.
Es que existe una interdependencia de sectores en el tramado socioeconómico que está muy lejos de que estén vigentes las viejas antinomias, y es positivo que también desde el sector empresarial capitalino se advierta sobre esta realidad, que no es precisamente novedosa.
Por supuesto, no puede soslayarse que Uruguay tiene ventajas comparativas para la producción de materias primas como los granos, la madera, la carne y la lana, por mencionar los de mayor incidencia, y que los precios internacionales favorables de los últimos años han potenciado esta producción, es decir exportando commodities que a la vez son procesadas fuera de fronteras por quienes las importan.
En los últimos años en el país han surgido con fuerza sectores de producciones primarias como los mencionados y el de los servicios, en ancas de los favorables precios en el mercado internacional. Pero, a la vez, en el plano de las producciones con valor agregado no se ha logrado una respuesta similar ni mucho menos surgida como soporte del tejido socioeconómico que tuvo en otras épocas.
No es menor la importancia de contar con una industria activa y actualizada, si tenemos en cuenta que la industria conlleva inversiones en tecnología, en infraestructura, en fuentes de empleo de calidad y en generación de valor agregado, que significa reciclaje de dinero en el tramado socioeconómico. Ocurre que el trabajo que no se incorpora en el país se hace afuera y muchas veces se revende a alto precio al Uruguay materia prima de nuestro origen con valor agregado extranjero, en desmedro de nuestra fuerza laboral y economía.
Los problemas que afronta la industria, como es el caso de la competitividad, no son por lo tanto un tema que debería importarle solo a los empresarios del sector, sino que son parte de las dificultades de la economía nacional en esta coyuntura favorable de los mercados mundiales, porque seguimos exportando materias primas para dar trabajo en otros países, aún cuando estemos ante precios elevados que promueven las inversiones en el sector y en infraestructura de apoyo, que a la vez se reciclan internamente.
Asimismo debemos tener en cuenta que además de que en Uruguay hay problemas de competitividad, el creciente proteccionismo mundial y sobre todo en el Mercosur son elementos que conspiran contra el desarrollo del sector industrial.
Es que el Mercosur nunca colmó realmente las expectativas que se habían generado por su creación, algunas de ellas en exceso optimistas, y el mayor problema radica en que los socios grandes --Brasil y Argentina-- no acatan sus decisiones y no hay tribunales jurídicos con fuerza como para hacer cumplir lo que está en la letra del Tratado de Asunción.
Lamentablemente, por visiones ideológicas, los dos últimos gobiernos han priorizado lo político por sobre lo jurídico, como subrayó hace poco el presidente José Mujica, y por lo tanto nos hemos afiliado a la tesis de los dos países grandes promoviendo la “suspensión” de Paraguay y el ingreso de Venezuela, argumentando quebrantamiento del orden institucional, cuando la destitución del ex presidente Fernando Lugo cumplió con los preceptos constitucionales del Paraguay.
Y si bien Uruguay no puede irse del Mercosur, porque eso significaría mudarse de la región, debe ponerse énfasis en la diversificación comercial como la única alternativa viable para un país dependiente como el nuestro.
Pero para ello no alcanza con la intención, sino que además del trabajo sostenido en materia de negociación internacional a través de delegaciones, gestiones y misiones comerciales, debe agregarse la mejora de la competitividad, desde que de nada sirve ofrecer si a la vez no estamos en condiciones de competir con lo que ofrezcamos.
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