Paysandú, Sábado 13 de Octubre de 2012

Respuestas condignas para males endémicos

Opinion | 12 Oct Hace poco más de un mes, Uruguay recibió un reconocimiento internacional por ser el primer país de la región en eliminar la vinchuca --insecto que transmite el Mal de Chagas--, por decisión de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que consideró que el Uruguay debía recibir esta distinción tras la visita realizada en mayo de este año para evaluar la situación.
Durante dos años precisamente se extremaron las medidas de erradicación de la vinchuca en los departamentos donde se registraron los últimos casos puntuales, que son Rivera, Tacuarembó y Colonia, pero se ha trabajado arduamente con este fin también en otros departamentos donde la presencia de este insecto es endémica, como es el caso del noreste de Paysandú.
El Mal de Chagas es una enfermedad parasitaria de origen tropical y extendida al ámbito subtropical, que se manifiesta en etapas, que puede manifestarse en un período de veinte años y en su fase crónica causa serios problemas cardíacos o digestivos.
Está asociada al medio rural y a condiciones precarias de vivienda, ya que la vinchuca se aloja en las paredes de casas de barro, fundamentalmente, así como en gallineros y galpones con animales, y sin dudas que la difusión del plan Mevir ha contribuido sustancialmente a reducir el hábitat de este vector.
Debemos tener presente que la falta de concientización, a veces de conocimiento y también mucho de irresponsabilidad, es un estigma que pende sobre culturas como la nuestra, donde el subdesarrollo e idiosincrasia son determinantes para que a la escasez de recursos se agregue el desinterés y desaprensión para hacer lo que se debe hacer y actuar con responsabilidad para ahorrarnos males a nosotros mismos y al prójimo.
Uno de los aspectos en que esta reflexión se aplica a rajatabla, lamentablemente, refiere a las acciones simples de prevención que corresponde adoptar para evitar que tengan manifestación endémica, y ocasionalmente empujes epidémicos, enfermedades como la hidatidosis y el Mal de Chagas, a lo que agrega el dengue en el subcontinente sudamericano, con proyección también sobre Uruguay, donde debería ser mucho más fácil erradicar estos flagelos por nuestro tamaño y composición socioeconómica, que en países vecinos donde hay muy amplios nichos de pobreza extrema y dificultades adicionales por la distribución territorial.
Y si tenemos buenas noticias en el caso del Mal de Chagas como resultado del combate sistemático de la vinchuca, los estudios realizados por la Comisión Nacional de Hidatidosis, a través de sus respectivas comisiones departamentales, indican que la media nacional de afectación por quiste hidático se mantiene entre el 1 y el 1,5 por ciento, con notoria prevalencia en las áreas rurales, donde la zoonosis se manifiesta con carácter endémico.
Una muestra de ello son las ecografías y estudios que realiza la comisión en la zona ovejera de nuestro departamento, donde estos índices siguen manifestándose en la población relevada.
Y tenemos hidatidosis, de la que son víctimas personas de toda edad, porque en los establecimientos rurales se alimenta a los perros con achuras, cuando a esta altura todo el mundo sabe que no debe hacerse o se debe hervir concienzudamente las vísceras, y a la vez encarar la dosificación periódica de los canes.
Ello indica que se sigue actuando desaprensivamente y creyendo que simplemente las recomendaciones se hacen porque sí o que la cosa no es tan importante. Pero, invariablemente, cuando el mal ya está hecho y nos toca de cerca, viene el desconsuelo y el tardío arrepentimiento.
Otra expresión notoria de esta actitud la percibimos directamente los sanduceros ante la displicencia e indiferencia que el ciudadano común ha asumido ante el avance hasta ahora incontenible de los focos del mosquito Aedes Aegypti, al que se le puede combatir por el simple expediente de no dejar a la intemperie recipientes que almacenen agua, y evitar tener durante días depósitos de agua limpia, a la vez de fumigar periódicamente.
Sin embargo, esta medida es ignorada y desestimada por gran parte de la población, afectando de esta forma a quienes sí asumen las responsabilidades. El mosquito existe, lamentablemente, y se está extendiendo porque pese a las exhortaciones y las campañas todavía no hay conciencia de la importancia de la prevención, y de poco y nada vale que se fumigue y se hagan muestreos si la población no coopera.
En todos los casos, la respuesta a estos y otros males que nos afectan pasa por la concientización y asumir responsabilidades, por una mejor educación pero también por cambiar costumbres hondamente arraigadas, que conspiran contra la salud y la calidad de vida de la población, que cuestan además decenas de vidas humanas al año y situaciones traumáticas de por vida.


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