Paysandú, Sábado 20 de Octubre de 2012
Deportes | 18 Oct Tabárez debe estar muy preocupado. Sencillamente porque no es bobo. Y sabe que a partir de marzo, cuando se retome el camino en las eliminatorias, la selección uruguaya de fútbol tendrá delante de sí una final tras otra.
El técnico sabe que el equipo no funciona, que dejó de ser sorpresa en cuanto a una propuesta a la que, encima de todo, las individualidades que hasta hace poco definían los partidos, son incapaces de llevar a cabo.
Pero la realidad dice que, pese a lo caótico de las últimas cuatro fechas, en las que Uruguay solo sumó un punto de los 12 posibles y que pasó a tener una de las dos vallas más vencidas de las eliminatorias, increíblemente está a tiro. Sabiendo que a partir de ahora tiene ese quinto puesto (que lo clasificaría a un repechaje) para apoyarse e impulsarse en busca de dar el salto a una posición de clasificación directa al Mundial 2014, luego de que todos jugaran en la última fecha para sus intereses.
Mirándolo fríamente, lo que más molesta no es haber perdido en Colombia, Argentina y Bolivia, porque está dentro de lo previsto. Molesta el dejar puntos de local, como ante Venezuela y Ecuador. Y perder por goleada, como pasó en las últimas tres veces que Uruguay salió de visita porque la diferencia de goles, en esta complicadísima eliminatoria, puede a la larga definir demasiado.
Pero se dice que hay que mirar el vaso medio lleno. Y, en ese sentido, hay que agradecer que Argentina haya dejado groggi a los celestes, y que Bolivia los haya noqueado.
Porque de una vez por todas el golpe fue asimilado, y dejó en claro que Uruguay no era un fenómeno. Muchos se convencieron de que, pese a los resultados festejados por todo un país, esta selección nunca fue el Barcelona con la pelota en los pies, sino que apostaba a un juego sencillo: orden táctico, morder en la mitad de la cancha y pasar rápidamente la pelota a tres que estaban en tan buen momento, que la metían de cualquier lado.
Y que era ridículo pensar que, como dijo en su momento ese virtual ranking de la FIFA, Uruguay era la segunda mejor selección del mundo.
Hay que acordarse de lo que se sufrió en el Mundial, de los buenos momentos, pero también de esa suerte impresionante que le permitió a Uruguay llegar al cuarto puesto.
O de la Copa América, donde quizá el mejor partido jugado fue la final, ante un Paraguay destruido físicamente después de jugar varios partidos con alargues incluidos.
Es cierto: tras la finalización del Mundial 2010 había que comenzar a pensar en la renovación de cara a estas eliminatorias. Por una cuestión lógica: si Uruguay alcanza la clasificación a Brasil 2014, hay varios que por razones biológicas estarán mirando la cita por la tele. Pero Tabárez se la jugó prácticamente al mismo plantel para el nuevo desafío. Ese fue su error. No porque estuviera del todo mal recurrir en principio a los mismos jugadores que, todavía en buen nivel, se sabían de momoria el libreto.
Sino porque debió haber abierto el grupo. De a poco sumergir a nuevos valores en el trabajo de selección, empaparlos en la idea, que mamaran la experiencia de quienes tenían el puesto asegurado y que fueran teniendo minutos en cancha.
Y también aprovechar los momentos de algunos futbolistas (incluyendo los de los que están dentro del plantel, como Cavani, por ejemplo, en la posición en la que debe jugar), que no son muchos, pero a los que tampoco se les entreabrió la puerta.
Por eso hoy, cuando se pide un recambio, la pregunta que aparece es: ¿no será tarde? Porque ahora habrá que salir a jugar con mochila, con toda la responsabilidad del mundo, y no parece lógico, ni justo, tirarle ese peso a jugadores que nada aportaron para esta realidad.
Y tampoco el técnico tiene el tiempo ni los partidos suficientes como para cambiar varias piezas, probar jugadores y, lo más complicado, amalgamar un equipo.
Tabárez no es bobo. Sabe que algo hay que cambiar porque las piezas fundamentales no funcionan, y la máquina se queda sin fuerza. Pero debe reconocer que se embretó en aquello de no abrir el grupo poco a poco; y de no haber reaccionado buscando soluciones, más acá en el tiempo, con el pobre funcionamiento del equipo en todo este 2012.
Porque en definitiva, sin darle minutos a otros futbolistas a lo largo de las eliminatorias, ¿alguien puede imaginarse con qué equipo podría Uruguay jugar el Mundial 2014?
Ahora habrá que apechugar. Mantener el ciclo porque de poco le ha servido a Uruguay andar cambiando de técnicos en medio de la tormenta, pero abrir un poco el espectro y, sobre todo, rezar para que varios vuelvan a su nivel. Y asimilar que Uruguay va a sufrir, como sufrió siempre.
Mirando el vaso medio lleno, Uruguay está en carrera. Viéndolo medio vacío, la duda es si a Tabárez le dará el tiempo, si el maestro podrá implementar alguna reforma educativa en la selección, como sí lo tuvo Argentina tras la Copa América, por ejemplo.
Pero lo bueno es que Bolivia provocó que Uruguay, como los celestes lo hicieron con Argentina en la Copa América, reaccionara con respecto a su realidad.
En este caso a goleada limpia, pero habrá que ver si hay tiempo.
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