Paysandú, Lunes 22 de Octubre de 2012
Locales | 21 Oct Sólo blancos y colorados (votando juntos) podremos frenar el autoritarismo
Jubilado, con varios experientes años sobre mis espaldas (aunque gracias a Dios con salud) sin manifiestos apremios económicos merced a la vida laboriosa y ordenada que supe llevar; con hijos encaminados y nietos que refuerzan mis ganas de vivir, tengo como es dable imaginar, tiempos de sobra para la meditación, la lectura y la reflexión.
Político desde los pantalones cortos, orgullosamente blanco, sin ataduras de convencimiento y válgame el Creador sin sometimientos de adulonería o servilismo a ninguna dirigencia capitalina, mantengo a diario con vecinos, viejos amigos, partidarios de siempre y visitas que recibo hasta por mi manía de hobbies que practico con entusiasmo, oportunidades de hablar de todo lo que nos rodea, de cómo andan las cosas, tratando de disimular lo mal que estamos situados (estanterías que se caen sin que nadie atente criteriosamente a recoger la mercadería).
Por lógica los encuentros son con gente mayor aunque algunos jóvenes se nos acercan por ciertas averiguaciones del pasado que no a muchos interesa y preciso es destacar que la mayoría, cuando le empezamos a hablar de política es como si le encendiéramos un cohete en la cola para que desaparezcan. Nos lastima, claro está, apreciar ese desentendimiento por lo comunitario, por la solidaridad y la falta de inquietud para servir en la vida. Con el agravante todavía de que algunos que se enganchan en la tarea política lo hacen con el propósito de lograr un cargo público que, después de obtenido, si te he visto no me acuerdo. No es necesario dar porcentaje ni manosear nombres porque ya saltaron últimamente a la vista, siendo aquellos que reclamaban a los mayores un lugar de lucha que nadie les negaba (por el contrario no sólo se le abrían puertas, sino ventanas y cualquier tipo de aberturas para que ingresaran a las casas partidarias y se iniciaran en el camino de la utilidad social). Algunos llegaron a ser Ediles y aún no habían sido proclamados como tales cuando ya estaban renunciando a ese cargo honorario para colgarse del presupuesto estatal.
Si los brotes se cortan al nacer no es raro que la planta quede mustia y esa es la razón primera por la cual la política se deteriora y gana el descreimiento en la gente porque no aparece la reposición de valores. Días pasados conversando sobre ese tema se me ocurrió preguntarle al interlocutor “si se atrevía a citarme, sin muchos titubeos, tres o cuatro nombres que agrupando un equipo de gobierno, por capacidad o simple popularidad partidaria, pudiesen ser proclamados a la próxima Intendencia de Paysandú”.
Lejos de responderme al toque, titubeó y titubeó varios minutos para citar un par de candidateables sin arriesgar entornos. Fue entonces cuando le pedí igual número de postulantes a la Diputación con la advertencia que no cayese en lo que nos han acostumbrado, postulándose para ese cargo y luego aunque electos (estafando electores) se prenden como candidatos también al Municipio. Pareciera que, al margen de las retribuciones materiales, se sienten capacitados para todo. Aquí el amigo casi enmudeció. Menos mal que no se me ocurrió pedirle nombres para la Junta Departamental que son 31 (pero en la práctica con los suplentes llegan a ciento veinticuatro). Tampoco lo hice con los nominados a la Junta Electoral, con los Alcaldes, integrantes de las Juntas Locales, coordinadores y cargos de confianza que llegan a sumar más de doscientos dirigentes vinculados por partido a la política. ¿Ustedes creen que en Paysandú hay tanta gente en obra?
Lo que si habrá serán candidatos para la figuración o aspirantes a funcionarios públicos y será hasta que el espacio físico de las oficinas no se los permita sino a riesgo de toparse unos con otros. En lo nacional en este último período han ingresado decenas de miles abastecidos por los comités de base y aquí en Paysandú la oposición habla de muchos cientos. A propósito si no lo decimos nosotros nadie se ocupará de hacerlo: en la Intendencia no ingresó ninguno, absolutamente nadie de la tradicional Lista 8, quizá no sólo porque no pedimos ni cotizamos presencia, sino porque y eso ya nos duele, los mandatarios de turno creen que no tenemos gente apta para darle una mano al Partido.
Salvando la acotación, queremos poner el acento en que dada la escasez (no cabe otra conclusión) de políticos capacitados en atender la expectativa popular, hasta que la situación no se revierta con nuevos valores, no existe otro camino que agrupar a los que aún quedan en los partidos tradicionales para enfrentar con éxito a la melange izquierdista que, lejos de perder viejas mañas, cada día nos sorprende con gestos autoritarios propios de los “K”, los Chávez o los eternos fidelistas, bajo el común denominador de un Comunismo que siempre con muy pocos votos se las ingenia para conseguir muchos cargos en el gobierno y dominio en los sindicatos radicales.
En otras palabras, sin más vueltas para que todos nos entiendan: somos partidarios de la unión electoral de blancos y colorados para reconquistar Montevideo y evitar que vuelvan al poder en Paysandú, ya sea por medio de un ballotage departamental, de un sublema común o de cualquier recurso legal al que podamos recurrir por difícil que sea. Hay que tener inteligencia para buscar soluciones políticas. Sería absurdo e imperdonable no alcanzarlas cuando los propios “zurdos” hace 40 años, entreverando socialistas, comunistas, anarquistas, democristianos, radicales y disidentes de otros partidos (más de una docena de grupos en total) lograron una alianza hecha expresamente para derrocar a los blancos y colorados.
Que nadie venga ahora a decir que dejaríamos atrás nuestra propia historia partidaria, a nuestros grandes estadistas, abandonando banderas o descolgando cuadros de las sedes partidarias. Los que así opinan es porque temen perder su chacrita, sin darse cuenta que les están quedando muy pocas hortalizas para cosechar. De lo que se trata es preservar la democracia; asegurarla para las nuevas generaciones que deberán seguir viviendo en un país donde la soberanía no es moneda de canje ni de sometimientos ideológicos.
Y si no es así, que no queden dudas que, a corto plazo, lo que no quieren algunos dirigentes nacionales con el respaldo de obsecuentes locales (que saltan de un sector a otro para sacar rédito personal) habrá de lograrlo la ciudadanía idealista que todavía gravita entre colorados y blancos, consciente que ese “zamarreo” nos pondrá a las puertas de una nueva forma de hacer política.
Que la soberbia no se equivoque predicando que lo “tradicional” es viejo. Como la moral, la honestidad, el respeto, la seguridad, el aseo, la educación, la solidaridad y la familia, la tradición atraviesa los tiempos sin perder prendas. Y en este país la fundaron blancos y colorados. Rubens Walter Francolino, edil del Partido Nacional.
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