Paysandú, Lunes 29 de Octubre de 2012
Opinion | 22 Oct Esta vez fue para un diario mexicano, El Universal; esta vez fue en barrio de Belvedere en Montevideo, adonde llegó sin custodia; esta vez el presidente Mujica volvió a marcar muy claras diferencias en su trato con la prensa de su propio país y con la extranjera. A ésta la recibe y dialoga abiertamente de todo, a la nacional le manda sus custodios, como el reciente caso ocurrido en la ex Paylana de Paysandú. Mucho habla del pueblo uruguayo, pero en verdad muy poco comunica a través de la prensa uruguaya. Es frecuente ver a los periodistas micrófono en mano prácticamente corriendo tras él para obtener apenas unas palabras, muchas veces sin contenido alguno.
Ahora, hablando con la prensa mexicana se encargó de lanzar algunos detalles nuevos sobre su idea de administrar el cultivo de marihuana y facilitar su consumo. Sostiene que no le preocupa “tanto” la drogadicción como el narcotráfico. Se mostró preocupado por lo que dijo son “miles” de presos vinculados al narcotráfico y la aparición de los ajustes de cuentas entre narcos.
Una cosa se contrapone con la otra. Primero quiere enfrentarse con los narcos y por otro lado quiere evitar que sean muertos por sicarios. Merece todo el apoyo el presidente en todo lo que haga para salvar vidas humanas, siempre, pero no parece objetivamente interesado en las vidas de los drogadictos, en la medida que no le preocupa “tanto” su suerte.
Ademas expresó que no descarta el autocultivo de marihuana, aunque reconoce que el problema es su control. Pues en verdad es un problema, uno simple y sencillamente sin control posible.
Y eso es lo que realmente preocupa en todo este asunto de la legalización total del consumo, plantación y distribución de la marihuana. No hay ni siquiera un proyecto serio sobre cómo hacerlo. Mucho menos por qué hacerlo.
Eso provoca que se contrapongan intereses, intenciones y objetivos diferentes al mismo tiempo. Cómo luchar contra los narcos e impedir que se maten a balazos. Todo en el mismo “combo”.
Quizás la prensa extranjera, por atender otros asuntos, no lo tenga con la misma claridad que la uruguaya, pero es claro que la presidencia de Mujica quedará resumida en una y contundente frase: “Como te digo una cosa, te digo la otra”.
Como muchas cosas, tiene varias lecturas. Es bueno un presidente que diga todo, aun cuando sea desde diferentes ópticas. Pero al mismo tiempo, es terreno cual arenas movedizas el cambio de criterios y planes como de camisas. Un país necesita ser planificado por un tiempo más extenso que la próxima declaración de su presidente.
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