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Paysandú, Lunes 29 de Octubre de 2012

Paysandú: un lugar para volver

Locales | 27 Oct “Navego, luego existo”. Así reza un pegotín conocido en el ambiente de la náutica y así sienten los amantes de la navegación como Diana y Enrique Benich, una pareja de argentinos que estuvo en el Yacht Club Paysandú entre el 25 y el 26 de octubre.
A bordo del Pegaso, --un yate de 18 metros de eslora, 4,50 de manga y 2,50 de puntal-- remontaron el río Uruguay desde el Yacht Club Argentino (Buenos Aires) para llegar, por tercera vez, a tocar puerto sanducero.
La primera vez que arribaron a Paysandú fue en 1968 y quedaron cautivados por la cordialidad de su gente. “En esa oportunidad amarramos a un muelle allá afuera (fuera de la bahía), y después fuimos río arriba y pasamos navegando por Salto Grande, por donde ahora está la represa”, contó Enrique a EL TELEGRAFO. Tampoco existía la bahía del Yacht Club, aunque eso no impidió que en 1982 decidieran volver a remontar las aguas.
“En enero del ‘82 nos agarró con el barco el peor pampero --viento proveniente del sur-- en el muelle de acá afuera. Veíamos las nubes que se venían revolcando y cuando llegamos al club, los árboles tocaban el suelo con las copas. Vinimos en un barco de 24 metros de eslora, era grande, y los cabos se ponían finitos de la tensión porque los atamos por todos lados”, recordó.
Hoy el viento no les preocupa porque consideran que la bahía es muy segura. En este sentido, Diana, afirmó que, luego de conocer todos los puertos uruguayos, puede decir que el Yacht Club es “una maravilla”, no sólo porque la bahía protege del viento, sino también por los muelles flotantes, la limpieza y su personal. “Parece un club norteamericano, salvando las diferencias”, apuntó.
Concordaron en que los otros puertos uruguayos no son cómodos porque carecen de muelles flotantes: “En Punta del Este, por ejemplo, hicieron unos muelles nuevos; están divinos y gastaron fortunas, pero no hicieron muelles flotantes, que son más baratos y mucho más cómodos para un barco”, dijo Enrique. Su esposa añadió que además, “los muelles rígidos quedan bajo agua cuando sube la marea y dificultan que las personas mayores bajen del barco”. Por eso destacan las marinas del club sanducero.
Un estilo de vida
Con más de 50 años de experiencia, la familia Benich ha recorrido todo el río Uruguay, viajado por mares y océanos, y paseado por aguas de todo el mundo. Al respecto, definen la navegación como una forma de vida y citan algunos ejemplos: “Una vez estábamos navegando en Turquía, --siempre alquilamos barcos cuando estamos afuera--, y (…) después fuimos a Mallorca. Como era plena temporada no había ningún hotel sobre la costa y entonces un día mis hijas me preguntaron por qué no alquilabamos algo que flotara. Así que nos alquilamos una lancha entre las cuatro y nos recorrimos todo Mallorca en lancha”, expresó Diana.
Otra anécdota tiene que ver con las vacaciones de verano. A pesar de tener casa en La Paloma, prefieren vivir esos días a bordo. “Hace 35 años que veraneamos en La Paloma”, comentó la navegante. Consultados sobre el puerto de aguas profundas que se comenzó a construir en el balneario rochense, ambos concordaron en que, de realizarse el proyecto, pensarían dos veces antes de volver en barco a La Paloma porque “no es nada divertido tener un barco granelero descargando a las cuatro de la mañana con el ruido que hace y el olor que deja”. No obstante, reconocieron que el país lo necesita “desesperadamente”, por lo que el turismo puede migrar hacia otros destinos de Rocha.
Destinos uruguayos
en Buenos Aires
La primera vez que se aventuraron río arriba fue gracias a un libro que llegó a sus manos, donde el autor relataba sus viajes por el río Uruguay y hablaba sobre Paysandú. “Por eso dijimos: bueno, vamos. Vinimos y nos encantó”. En este sentido, destacaron la cordialidad y la educación de los sanduceros, así como lo bien que han sido recibidos siempre. Recordaron que en aquella época no existían los medios de comunicación que hay ahora, por lo que la publicidad era prácticamente inexistente.
Ahora todo es más fácil porque hay publicaciones específicas sobre náutica, que incluyen información sobre todos los puertos uruguayos, incluso cartas donde se muestra cómo llegar a cada uno de ellos. “Nosotros, por ejemplo, antes de venir acá, teníamos el teléfono, el canal de radio por donde opera el club, y todo por la revista”, explicó Diana mientras mostraba la publicación.
Con toda la información en mano, zarparon de Buenos Aires el viernes 19 de octubre y, como llovía, hicieron la primera escala en Aulicino, un lugar dentro del Delta. De allí fueron a Fray Bentos, luego Concepción del Uruguay (Argentina) y finalmente Paysandú, donde permanecieron dos días. Ambos explicaron que, a pesar del tamaño del Pegaso, cala sólo 1,40 metros por lo que no tuvieron problemas para entrar a los puertos ni para acercarse a las islas que decidieron recorrer por el camino. Asimismo, aseguraron que hasta Paysandú la señalización es buena. “Queríamos llegar a Salto pero no nos da el tiempo”, lamentaron. De retorno a su ciudad, van a pasar un par de días en Río Negro.


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