Paysandú, Viernes 02 de Noviembre de 2012
Locales | 30 Oct Quien preside actualmente AFE, Jorge Setelich, formuló declaraciones públicas, entre ellas los breves pero claros conceptos que transcribimos, que publicó en edición del viernes 27, diario El País: “Hay que definir si el Estado quiere agregar valor para que AFE sirva para algo, y si no hay que terminar con esta agonía”.
En total coincidencia con lo que ha expresado EL TELÉGRAFO, anteriormente y en fecha reciente, hemos considerado que tales declaraciones debían ser glosadas y comentadas sin demora, porque además de coincidir plenamente con lo que emerge de lo que en esta columna se ha sostenido invariablemente desde ya hace varios años, importan reconocer implícitamente que la restauración ferroviaria está atrasada, y que es indispensable.
Vamos a analizar de nuevo el conjunto de los respectivos fundamentos, aunque en forma sintética, como corresponde en un comentario de índole periodística.
El ferrocarril es el medio de transporte ideal para las cargas de mucho peso además de grandes, y la limitación actual de su empleo determina que tales cargas deban utilizar en alto porcentaje el transporte por camión, lo cual contribuye al deterioro de las carreteras; en fecha reciente se ha informado precisamente de la actual necesidad de reconstruir una parte importante de la Ruta 3, y en buena medida, con seguridad, tal necesidad se debe a la limitación del uso ferroviario. El importante incremento de la forestación y su intenso transporte por carretera fue uno de los factores que ha incidido también en tal sentido. Además los servicios ferroviarios son muy aptos para una buena organización logística que conecte puertos con centros urbanos, y ello está limitado también por su déficit actual.
Tal como aquí se expresó el 11 de febrero de 2011, un técnico que dirige importante empresa constructora afirmó que en el país recién ahora se empezó a advertir lo que es el transporte ferroviario, que puede “cambiarle la vida al país”, y que falta desarrollar puertos para sacar la mercadería al exterior; el último concepto, hace cierto tiempo compartido por el presidente Mujica en pública declaración, aún está pendiente de ser impulsado plenamente, en la medida necesaria para lograr la eficacia que paralelamente requieren los ferrocarriles.
Es muy clara la necesidad de restaurar los ferrocarriles y de rectificar por tanto la errónea política que en el país ha prevalecido, intensificada en el último cuarto de siglo. Es además urgente, fundamentalmente, detener la muy desfavorable incidencia señalada del déficit ferroviario sobre las rutas nacionales, según se explica arriba.
Es cierto que restaurar tales servicios exige muy importante aporte financiero. Pero es menester al respecto que se tenga presente, en primer término, que ello es absolutamente indispensable en razón de que lo son tales servicios, y en segundo término, por los beneficios que tal restauración aportará al país en materia de transportes.
A ello es menester agregar que, además de lo que aportaría a la conservación de las carreteras, algo sin duda muy importante, significaría paralelamente reducir en cifras elevadas lo que desde ya hace mucho, mucho tiempo, se destina a mantenimiento y reconstrucción vial.
Aunque lo que se expresa en la presente columna se ha redactado muy sintéticamente, se considera que de tales fundamentos básicos emerge el serio y poco explicable error que significó no advertir, oportuna y cabalmente, lo que significaba para el país la tremenda limitación que se causó a los servicios ferroviarios, y la gran urgencia que existe para restaurar su eficaz funcionamiento. Al respecto se debe agregar que no existe otra alternativa, y que no hacerlo sería totalmente contrario al interés general.
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