Paysandú, Sábado 03 de Noviembre de 2012

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 28 Oct El valor máximo: “La vida”
Siglos antes de Cristo existió una civilización (Celtas) que eliminaba a los niños con algún defecto físico, y al mismo Cristo, Herodes lo persiguió queriendo eliminarlo, mandando asesinar a todos los niños menores de dos años (Mt. 2, 16-18) en el tiempo que nació Jesús. Bastante más adelante en la historia, aquí en Uruguay en el siglo XIX se asesinó a miles en “Salsipuedes” por el “delito” de ser indígena; Hitler hizo exterminar a millones de judíos y gitanos aparte de los que murieron en esa guerra.
Entre muchos otros, estos son tristes ejemplos de genocidios, que en cualquier ser humano sensible, causaron horror y estupor y han sido argumento de libros y películas que aún hoy nos siguen conmoviendo.
Hoy, en el siglo XXI, nuestros representantes políticos votaron a favor de una Ley que legaliza el asesinato con guantes blancos de sólo Dios sabe cuantas vidas que nunca verán la luz. ¡Lamentable! Hoy en plena era cibernética ¿Hemos evolucionado? ¿Podemos decir que somos más humanos y más racionales? Esta ley va por la otra vereda y en sentido contrario de la vida, ya que la Constitución y el juramento hipocrático de médicos recibidos y por recibirse defienden la vida como primer derecho.
Este análisis, hasta aquí, es desde un punto de vista meramente natural y humano; desde una visión cristiana esta ley, sus impulsores, todos los que la votaron y los que pudieron hacer algo y se quedaron callados merecen el repudio de todos los que creemos en Dios, único dueño de la vida que eligió a esa mujer, que ama tanto como al nuevo ser, para regalarle el don de la maternidad de alguien que, potencialmente, puede mejorar este mundo.
Pero este Dios que es todo amor y lento para enojarse, prometió por medio de Jesús su hijo, que el que hiciera algún daño a los más pequeños o hiciera caer en pecado a los demás, más le valiera no haber nacido porque le atarán una piedra de molino al cuello y lo arrojarán al mar. (Evangelio de S. Lucas: 17, 1-2).
Aún queda una oportunidad de que esta locura no se concrete y esta es que el Espíritu Santo ilumine la conciencia del presidente José Mujica y este vete la ley y no se promulgue.
Los abajo firmantes, catequistas del Sagrado Corazón de Jesús – Paysandú, les invitamos a orar a favor de la vida y la paz en nuestras conciencias.
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