Paysandú, Sábado 03 de Noviembre de 2012
Locales | 28 Oct Por este medio, la que suscribe, Sra. Yolanda Dolgorucof, pone en conocimiento de la opinión pública lo siguiente:
Desde hace muchos años es paciente crónica insulina - dependiente del Sistema Nacional de Salud y en relación a la atención médica no hay quejas al respecto, ya que todo lo que tiene que ver con los insumos (insulina, etcétera) siempre hemos sido atendidas en tiempo y forma. Al mismo tiempo, desde hace muchos años (dada esta enfermedad y nuestra situación económica familiar) recibimos una canasta especial de alimentos que está prevista en estos casos (coordinación de INDA, Ministerio de Desarrollo y la Intendencia Municipal) para las personas que padecen enfermedades crónicas como la diabetes.
En mayo del presente año 2012 volví a gestionar la renovación de las autorizaciones para el otorgamiento de la canasta mencionada, presentando la documentación requerida. Los ingresos de la familia siguen siendo los mismos y las circunstancias que han motivado el otorgamiento del beneficio son similares o tal vez más graves por el deterioro lógico que produce la enfermedad.
El deterioro que ha provocado la enfermedad es tal que ha sido motivo para que el Banco de Previsión Social otorgue una pensión por invalidez. Es el ingreso que existe en la familia, teniendo a mi cargo dos hijas menores que se encuentran estudiando en Primaria y Secundaria.
Hasta el pasado mes de setiembre se me otorgó el referido beneficio de la canasta sin inconveniente burocrático alguno, pero la pasada semana en la que entregaban la de octubre se me contestó de muy mala manera que “no figuraba más” (...) “no hacen los trámites y después vienen a reclamar...” y frases por el estilo.
En medio de esas circunstancias tampoco se buscó una solución como averiguar telefónicamente cuál era mi situación, o hacerme entrega provisoria de algunos artículos de la canasta que siempre vienen de más y que bajo recibo se entregan a las personas más necesitadas.
Tal vez el lector de esta misiva esté pensando que lo que sucedió no es tan grave como para salir a la prensa, pero en realidad este destrato de octubre es la “gota que desbordó el vaso” de un cúmulo de malos tratos, gritos, empujones (sí, increíblemente las funcionarias a cargo de la entrega en el Centro de Barrio de Guichón llegan al contacto físico con los pobres vecinos beneficiarios). Como si ser pobre, además de ser un castigo, ahora también fuera un delito.
Esta situación que nadie se anima a denunciar es generalizada. La que suscribe es una simple víctima en el montón. Pero parece que la gente se acostumbra a que le hablen mal, que la destraten, que lo empujen, como que sus derechos ciudadanos son “inferiores” y es necesario perder la dignidad por recibir un beneficio estatal. En esta pequeña comunidad de Guichón nos conocemos todos y sabemos que la canasta es entregada a personas que no la necesitan tanto. La suscrita no hace objeción por ello. Ojalá todos los vecinos recibieran una canasta, pero que las autoridades no dejen de entregarla a quien realmente la necesita.
Yolanda Dolgorucof
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