Locales | 03 Nov En Paysandú, como en muchas partes del mundo, se conmemoró en la víspera el Día de los Santos Difuntos, que --por otra parte-- fue el inicio de el ultimo fin de semana largo y feriado del año.
Un número imposible de determinar, pero muy numeroso, concurrió al Cementerio Central a rendir homenaje frente a las tumbas a sus seres queridos, en su descanso eterno. Desde temprano en la mañana y hasta el cierre de la necrópolis, de manera incesante, los sanduceros llegaron con flores de brillantes colores, por ser artificiales --aunque también había naturales--, para en primer lugar limpiar las tumbas y luego permanecer, como acompañando a sus muertos, reflexionando.
En torno al cementerio, como ocurre todos los años, se establecieron varios puestos de venta de flores, tanto artificiales como naturales. Se instaló una parada de taxis de unos 20 vehículos, y crecieron otros servicios, como venta de helados y cuidado de motos.
Con un clima casi veraniego y una temperatura en la tarde cercana a los 30°C, no solamente el cementerio fue un lugar muy concurrido, sino que también otros espacios sirvieron directamente para el descanso, en el comienzo de un fin de semana largo. Por ejemplo, la playa. Temprano en la tarde, pudo verse a los primeros veraneantes de la pretemporada, que aunque las aguas no están debidamente certificadas como saludables, igualmente se lanzaron al río para darse el primer baño del año, incluso aún cuando el río se mantiene fuera de cauce, en 3,48 por encima del 0.
La mayoría de quienes se dirigieron a la costa, empero, prefirieron la rueda de mate entre amigos y familiares. Las plazas también se vieron muy concurridas, aprovechando la apertura de la temporada de heladerías (el 1° de noviembre) para degustar helados artesanales.
Y mientras la noche recuperaba la paz en los sepulcros, muchos vecinos sacaban las sillas playeras a la vereda para extender la rueda del mate, o se reunían en plazas o caminaban por la costa del Uruguay aún crecido.
Los muertos queridos están siempre en la mente y el corazón de los suyos que ayer visitaron sus tumbas. Por lo demás, el cielo puede esperar.