Paysandú, Jueves 08 de Noviembre de 2012
Opinion | 03 Nov De acuerdo al resultado de cuarenta y cinco estudios realizados en países con legislación antitabaco, entre los cuales Estados Unidos, Alemania, Uruguay y Nueva Zelanda, investigadores de la Universidad de California demostraron que el impacto de esta medida le da la razón a las campañas que desarrollan agrupaciones ciudadanas y médicas que abogan por la prohibición de fumar en lugares cerrados y/o públicos.
El trabajo publicado por la Asociación Americana del Corazón revela una caída del 15 por ciento de las hospitalizaciones por infartos del miocardio, una reducción del 16 por ciento de las internaciones por ataque cerebral y una baja del 24 por ciento de las hospitalizaciones a causa de asma y de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, con el agregado de que mientras más exhaustiva es la ley, es decir que se aplica a lugares de trabajo, restaurantes y bares, como en el Uruguay, los beneficios en salud que se obtienen son aún mayores.
Precisamente los estudios realizados en nuestro país a partir de la implementación primero del decreto y luego de la Ley Antitabaco, durante la Administración Vázquez, ponen de relieve estas sensibles mejoras en cuanto a la incidencia negativa de esta adicción en el índice de enfermedades cardiovasculares y cardiorrespiratorias, y ni que hablar del cambio radical de la calidad del aire que respiran fumadores y no fumadores en sus respectivos lugares de trabajo y las áreas cerradas en que está expresamente prohibido fumar.
Uruguay fue incluso reconocido este año con el Premio Bloomberg para el control del tabaco, lo que responde en este caso a su legislación en materia de inclusión de advertencias en las cajillas de cigarrillos sobre los graves problemas que derivan del consumo del tabaco. Esta distinción se tributó en la 15ª Conferencia Mundial Tabaco o Salud, que se llevó a cabo en Singapur, con la participación de más de 2.600 especialistas de todo el mundo.
Poco más de un año atrás, precisamente, Uruguay fue sede de la cuarta reunión de los países firmantes del Convenio Marco para el Control del Tabaco, con la participación de unos mil congresistas que se dieron cita en Punta del Este, entre autoridades públicas y representaciones de organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Estas dos instancias implican una clara adhesión y reconocimiento a la postura que ha adoptado el Uruguay a partir de la decisión del gobierno de Tabaré Vázquez de aprobar primero un decreto y luego una ley antitabaco, centrada fundamentalmente en la prohibición de fumar en lugares cerrados, así como serias restricciones en la publicidad y la obligatoriedad de advertencias en las cajas de cigarrillos contra los perjuicios que provoca el tabaco.
Las últimas cifras disponibles indican que desde que se han aplicado las restricciones la reducción del consumo del tabaco es del orden del 25%, en tanto la de infartos de miocardio, comparando un año antes y un año después de la ley antitabaco de Uruguay, descendió un 17% y también hubo una reducción de las partículas derivadas del consumo de tabaco, con el mismo parámetro.
Como en pocos casos en el Uruguay, se ha dado el respaldo y vigilancia social a una norma, lo que es particularmente destacable en un país en el que lamentablemente se suele borrar con el codo lo que se escribe con la mano, y muchas leyes que se aprueban luego no se cumplen, porque no existe control posterior y la propia ciudadanía se desinteresa tras el impulso inicial.
Sin dudas la gran mayoría de la población ha apoyado esta cruzada con un grado de conciencia que sin embargo no pone de manifiesto en la misma medida en otras áreas que son también importantes en beneficio de la salud y para la vida cotidiana, como es por ejemplo el tránsito, por lo que estamos realmente ante un fenómeno sico-social que rompe con una cultura latina de prescindencia y escaso sometimiento a las normas, sea de la índole que sean.
Esta vigilancia social --lo que no quiere decir que no haya casos aislados de violación a la normativa-- ha determinado que Uruguay sea ubicado como ejemplo en todo el mundo en cuanto a la lucha contra esta adicción, lo que debe alentarnos a seguir por este derrotero y contribuir si no a erradicar, por lo menos a mitigar la gravedad de un flagelo que ocasiona más de 7 millones de muertes por año en el mundo, además de serios problemas y secuelas en la salud de centenares de millones de fumadores.
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