Paysandú, Viernes 09 de Noviembre de 2012
Rurales | 08 Nov La recorrida que productores de la zona de Arroyo Negro realizaron por los establecimientos “El Gato” de Fernando de Posadas y “Villa Resolana” de Gustavo Dalmás, promovida por el Instituto Plan Agropecuario (IPA) y la Sociedad Fomento Rural de Arroyo Negro, permitió observar que los bajos constituyen verdaderos pulmones verdes que pueden tener un gran impacto en el funcionamiento de los predios agropecuarios.
El objetivo de la jornada fue transmitir la idea “de la gran potencialidad que tienen el mejoramiento y manejo de los bajos”, señaló a EL TELEGRAFO, el ingeniero agrónomo Marcelo Pereira. “Hay una una proporción bastante interesante, que puede ir del 15 hasta el 30 por ciento de los establecimientos que tienen suelos bajos con vegetación nativa y lo que procuramos es transmitirle la potencialidad de estas situaciones” dijo.
El técnico del Plan, que a su vez preside la Mesa del Campo Natural, sostuvo que “vimos en los dos establecimientos varias situaciones. Algunas mejoradas con trébol blanco y festuca, en este caso naturalmente ya que no fue introducida sino que apareció sola”.
Esto permitió ver que pueden alcanzar “enormes productividades”, que en este caso fueron medidas al ser mejoradas y fertilizadas, “con producciones en el entorno de 10.000 a 13.000 kilos de materia seca, con muy bajo costo y alta persistencia, convirtiéndolas en muy interesantes y rentables”.
Para el profesional “no se debe perder la oportunidad de aislar estas comunidades vegetales que necesariamente deben ser manejadas aparte, para hacerles un correcto manejo de pastoreo controlado con ocupaciones y descanso, y la posibilidad de fertilizarlo y mejorarlo a continuación, lo cual ofrece una gran oportunidad de tener en el establecimiento un pequeño módulo de alta producción forrajera, persistente y muy rentable”.
Pereira entiende que estos bajos “no deben ser movidos ni laboreados, además de no realizar la aplicación de herbicida no selectivo”.
La vegetación de los bajos “tiene una evolución adaptativa que determina que sean las mejores especies para estos lugares, coincidiendo que son de muy buena calidad, como el pasto miel, el pasto chato, el gramillón y especies de invierno de altísimo valor forrajero, como es el pasto lanudo, por ejemplo”.
Pereira inculcó el aprovechamiento de la potencialidad y complementarla con el manejo e introducción de especies que pueden subsanar la baja producción que tienen estas situaciones en el invierno y hacerles un correcto manejo para aprovecharla en forma íntegra.
Paulatinamente y a causa de la presión de la agricultura y la ganadería en sí misma, “están llevando a que estos bajos sean mirados con otros ojos y se comience a manejar de mejor manera”. De todas formas, sostuvo que “todavía hay mucho por hacer y ver”.
Sostiene que lo primero que se debe hacer es “manejarlo como comunidades independientes. Son comunidades vegetales (arreglos de plantas), que son diferentes al resto, por lo que deben ser manejadas en forma diferencial porque tienen potencialidades diferentes”.
Convencimiento
El trabajo en los bajos de estancia “El Gato”, parte “del convencimiento de lo que vamos a ver dentro de unos años, porque es algo que no se ve pero crees que va a ocurrir”, precisó a EL TELEGRAFO, su encargado, Juan David Planchón.
Recordó que cuando comenzó a trabajar en el establecimiento, “ya Fernando De Posadas era un encantado de los bajos y había limpiado parte del área” que supera las 700 hectáreas de bajos en este establecimiento de más de 1.600 há.
A partir del asesoramiento del ingeniero agrónomo Horacio Victorica, “quien nos inculcó lo del campo natural, más la línea del ingeniero agrónomo Marcelo Pereira, comenzamos a ver que nos rompíamos el alma mejorando las partes altas, y nos olvidábamos de los bajos, que hoy nos dan mayor rentabilidad”, indicó. Cuando Planchón ingresó a trabajar a “El Gato” había la misma carga animal que en la actualidad, “y hoy tenemos 600 hectáreas menos entre la agricultura de medianería y la propia para la producción de granos, pero con una mayor producción de carne por hectárea”.
En este campo de la zona de Arroyo Negro no miden habitualmente la carga ganadera, “porque nos manejamos de acuerdo al año, la necesidad y las categorías que utilizamos”, según Planchón.
El factor determinante para el dominio de los bajos, controlarlos y hacerlos más productivos, fue cuando se hizo ciclo completo en el establecimiento “porque la vaca de cría te come otras cosas que el novillo no consume”.
El 15% de los bajos mejorados del establecimiento, “fueron mejorados simplemente por manejo y fertilización”, acotó. “Son semillas que bajaron de las partes altas, así como bajó la fertilidad que se vino con la erosión”. Parte de los bajos tienen trébol blanco que en algunos casos se sembró pero en otros “apareció en forma espontánea y la fertilización lo exacerbó y lo convirtió en una comunidad sumamente productiva”, manifestó. En las partes más arenosas con suelos más ácidos y con una producción antiguamente “miserable”, el lotus Rincón “le dio una vida diferente y es otra historia”. Algunos potreros del bajo son inundables por la fuerza del Arroyo Negro, “pero como tienen desagües importantes, una gran creciente nos achica el campo por tres días, así que prácticamente sin mover el ganado del campo utilizamos los bajos”, dijo Planchón.
Reserva
En estancia y cabaña “Villa Resolana”, Gustavo Dalmás utiliza a los bajos como reserva de verano y de invierno, tratando de apartarlos de las chacras para agregarle alguna pastura o lotus Rincón. En verano a veces uno se ve tentado a hacer otra cosa, utilizando glifosato para aprovechar la tierra, pero lo natural con un buen manejo logra un mayor porcentaje de materia seca por hectárea que cualquier pastura sembrada”. En el bajo de su predio, Dalmás utiliza Trébol blanco y Lotus Rincón hace 10 años y que fue castigado en las secas pasadas.
Sostuvo que fue una jornada “donde se aprendió mucho de las pasturas nativas porque el ingeniero Pereira hizo mucho hincapié en mantener la pastura, cuidarla y reproducirla”.
Sobre la carga ganadera en “Villa Resolana”, indicó que “hay momentos en que tenemos 2 o 3 unidades por hectárea, pero en otros momentos esto se alivia al hacer fardos, por ejemplo”. Sobre el manejo reconoció que “faltan algunos eléctricos y separar más el ganado de otros bajos, lo que seguramente se implementará próximamente”.
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