Paysandú, Domingo 11 de Noviembre de 2012
Opinion | 10 Nov El año 2015 aparece a esta altura como el de la consolidación de la energía eólica en el Uruguay, que marca un antes y un después en cuanto a la incidencia en la matriz nacional de este impulsor alternativo renovable.
Hoy la matriz energética uruguaya se compone principalmente de energía no renovable, con el petróleo participando en un 48,2 por ciento en el total de la matriz primaria, pero en un contexto en el que el país está apostando fuertemente a las energías propias y renovables y dentro de ellas, la que se lleva las preferencias hasta ahora es la eólica, desde que la biomasa aparece a esta altura todavía condicionada por costos y disponibilidad de materia prima, paradojalmente.
Actualmente la potencia eólica instalada en el país es de 43,3 megavatios, pero se espera que para 2015 esta cifra se sitúe en el entorno de los 1.150 megavatios, de acuerdo a los emprendimientos energéticos de este tipo que ya están en desarrollo.
Los datos fueron aportados por el Ministerio de Industria, Energía y Minería durante Alterrenovables, la primera convención y exhibición regional de energías renovables, eficiencia energética y desarrollo sostenible que se celebrara en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) entre el 29 de octubre y el 1º de noviembre.
El impulso se inscribe en el contexto de la política energética 2005-2030, que fuera aprobada por el Ejecutivo en 2008 y ratificada por la comisión multipartidaria de energía del parlamento dos años después.
La política energética se trazó metas para el 2015, es decir en el corto plazo, entre las que se destaca alcanzar un cincuenta por ciento de la matriz energética primaria en base a fuentes renovables y también está el llegar a tener cerca del 25 por ciento de la generación eléctrica en base a energía eólica. Actualmente Uruguay cuenta con cuatro parques eólicos, que son los de Nuevo Manantial, con una capacidad de generación de 13 MW, Agroland (450 KW), complejo Ingeniero Emanuele Cambilargiu, propiedad de UTE, con 20 MW, y el parque Magdalena, de la empresa Kentiluz, de diez megavatios.
Pero a la vez UTE ha llevado a cabo tres grandes licitaciones para emprendimientos eólicos, que están en plena etapa de implementación y con ellos se espera superar los mil megavatios en 2015.
Las buenas condiciones climáticas de Uruguay para esta producción, junto con la política gubernamental que la promueve, ha convertido en atractivo para varios inversores apostar a los parques eólicos, para cuya instalación se necesita conjugar factores como disponibilidad de vientos, logística y conexión eléctrica.
A juicio de los operadores del sector, Uruguay está atravesando la mayor reestructura de toda su historia en el campo eléctrico, ganando soberanía, y el año que vienen surge como el punto de inflexión, desde que en los primeros meses de 2013 comenzarán a llegar los equipamientos que darán forma a los parques que ya fueron adjudicados por UTE. En esta etapa la coordinación y preparación resultan fundamentales para evitar un colapso logístico, teniendo en cuenta el gran volumen y peso de los equipos que deben llegar por vía portuaria y ser trasladados a lugares tierra adentro.
Igualmente, tras este empuje en el futuro cercano, todo indica que no van a entrar más de cien a ciento cincuenta megavatios por año desde 2015, un desafío que se apunta a superar para seguir con una tendencia si bien no tan marcada, por lo menos sostenida en este camino auspicioso.
Debe evaluarse que estas ofertas han sido posibles porque UTE estableció nuevas condiciones para captar las licitaciones que habían quedado afuera de la segunda licitación para parques eólicos, mediante un precio sostén de 63,5 dólares el megavatio hora, en el entendido –que compartimos-- de que es realmente positivo que se busquen alternativas energéticas en base a inversiones en energías limpias y renovables, de fuentes nacionales, desde que toda incorporación de potencia eléctrica es bienvenida además en un país en el que la falta de agua en los embalses sigue dándonos malas noticias, lo que obliga a UTE a importar electricidad a precio de oro en los países vecinos o generarla en base a petróleo, a un precio similar.
La energía eólica es actualmente el impulsor alternativo de mayor proyección respecto a los embalses hidroeléctricos y a las centrales térmicas para la generación eléctrica. Se considera que tiene una potencia alcanzable de unos 2.300 megavatios en nuestro país, teniendo en cuenta los emplazamientos de líneas de UTE y los departamentos donde el viento tiene mayor potencial de aprovechamiento, que son fundamentalmente los de la franja sureste del país.
El uso de recursos nacionales y renovables es un imperativo ante factores negativos como los altos costos y la dependencia energética, por lo que el promover energéticos, como en este caso, que no sean de origen fósil ni importados responde al interés nacional, y es además un adicional nada despreciable que en su instalación se puedan obtener créditos de carbono para mejorar la viabilidad de los proyectos y obrar como un factor diferencial para captar más inversiones en esta área.
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